/ sábado 18 de mayo de 2024

A propósito del 15 de mayo

La humanidad confía la Educación de la niñez y juventud en hombres y mujeres cuyo distingo es su amor por la humanidad. En los últimas décadas los postulados de teóricos en pedagogía han enfatizado las funciones técnicas de la enseñanza como fundamento de la labor docente, concepción no menos importante, empero, se ha omitido la relevancia de la función del maestro en la dimensión política y social, ámbitos que es necesario recuperar en los planes y programas de la formación inicial y continua del magisterio así como en el pensamiento pedagógico de quienes asumen los destinos de la Educación pública nacional, disposiciones que caracterizaron recientes reformas con el diseño y ejecución de políticas técnico/eficientistas, aplicando modelos de la ingeniería en las organizaciones industriales a la Educación, pasando por alto principios científicos, epistemológicos, concibiendo a la Educación como una ciencia fáctica y no en su acepción de ciencia social con todo lo que ello implica.


En el ámbito social, resulta importante reconocer la influencia del maestro como factor de unidad e identidad nacional. En la figura del maestro se encarnan valores ético/humanistas en donde la promoción valoral y su vivencia en los educandos hace propicia la gestación de condiciones para convivir apegados a principios tales como la tolerancia, la solidaridad, la gratitud, el respeto, recursos fundamentales para la integración y cohesión social. El educador como líder comunitario es una noción poco reconocida por la autoridad misma, ejemplo de ello es el desprestigio y descalificación de que fue objeto en recientes administraciones federales y que hoy representan amenazas al intentar reposicionarse en el marco del sistema educativo nacional.


En cuanto a la función política del educador es preciso dimensionar el pensamiento pedagógico de teóricos cuyo legado describe al educador de todos los tiempos y latitudes. Referente universal es Paulo Freire, quien acotaba que el espacio por excelencia para hacer política es la Educación.


P. Freire explica ampliamente que el educador no doméstica conciencias en favor del opresor, por el contrario, libera un pensamiento crítico, reflexivo sobre el mundo para transformarlo. La vocación del educador no es acotar voluntades, por lo tanto, el maestro se caracteriza por una vocación humanista en oposición a modelos pedagógicos deshumanizantes que sujetan al educando a la obediencia y sumisión con el opresor.


El profesor que sujeta o doméstica al educando se convierte en un opresor que niega al educando toda posibilidad de SER.


Derivado de los planteamientos Freirianos es posible establecer la dualidad educador progresista vs educador domesticador, argumentando que aun cuando se intentó formar maestros circunscritos a enseñar saberes disciplinares, las escuelas formadoras de docentes y el magisterio mismo en nuestro país han superado dicha contradicción abrazando ideales progresistas, procurando históricamente ejercer una praxis pedagógica concienciadora, transformadora de realidades sociales injustas.


El magisterio nacional aún a pesar de los embates de políticas públicas que en las últimas administraciones intentaron socavar su función formativa, social y política, hoy su se erige como una sólida columna en la que descansa la unidad y el progreso de nuestra patria.


¡Felicidades maestro!

Comparto mi correo para continuar orientando a los interesados en temas relacionados a la salud emocional zavalafranciscoramirez@gmail.com


Francisco Javier Zavala Ramírez

La humanidad confía la Educación de la niñez y juventud en hombres y mujeres cuyo distingo es su amor por la humanidad. En los últimas décadas los postulados de teóricos en pedagogía han enfatizado las funciones técnicas de la enseñanza como fundamento de la labor docente, concepción no menos importante, empero, se ha omitido la relevancia de la función del maestro en la dimensión política y social, ámbitos que es necesario recuperar en los planes y programas de la formación inicial y continua del magisterio así como en el pensamiento pedagógico de quienes asumen los destinos de la Educación pública nacional, disposiciones que caracterizaron recientes reformas con el diseño y ejecución de políticas técnico/eficientistas, aplicando modelos de la ingeniería en las organizaciones industriales a la Educación, pasando por alto principios científicos, epistemológicos, concibiendo a la Educación como una ciencia fáctica y no en su acepción de ciencia social con todo lo que ello implica.


En el ámbito social, resulta importante reconocer la influencia del maestro como factor de unidad e identidad nacional. En la figura del maestro se encarnan valores ético/humanistas en donde la promoción valoral y su vivencia en los educandos hace propicia la gestación de condiciones para convivir apegados a principios tales como la tolerancia, la solidaridad, la gratitud, el respeto, recursos fundamentales para la integración y cohesión social. El educador como líder comunitario es una noción poco reconocida por la autoridad misma, ejemplo de ello es el desprestigio y descalificación de que fue objeto en recientes administraciones federales y que hoy representan amenazas al intentar reposicionarse en el marco del sistema educativo nacional.


En cuanto a la función política del educador es preciso dimensionar el pensamiento pedagógico de teóricos cuyo legado describe al educador de todos los tiempos y latitudes. Referente universal es Paulo Freire, quien acotaba que el espacio por excelencia para hacer política es la Educación.


P. Freire explica ampliamente que el educador no doméstica conciencias en favor del opresor, por el contrario, libera un pensamiento crítico, reflexivo sobre el mundo para transformarlo. La vocación del educador no es acotar voluntades, por lo tanto, el maestro se caracteriza por una vocación humanista en oposición a modelos pedagógicos deshumanizantes que sujetan al educando a la obediencia y sumisión con el opresor.


El profesor que sujeta o doméstica al educando se convierte en un opresor que niega al educando toda posibilidad de SER.


Derivado de los planteamientos Freirianos es posible establecer la dualidad educador progresista vs educador domesticador, argumentando que aun cuando se intentó formar maestros circunscritos a enseñar saberes disciplinares, las escuelas formadoras de docentes y el magisterio mismo en nuestro país han superado dicha contradicción abrazando ideales progresistas, procurando históricamente ejercer una praxis pedagógica concienciadora, transformadora de realidades sociales injustas.


El magisterio nacional aún a pesar de los embates de políticas públicas que en las últimas administraciones intentaron socavar su función formativa, social y política, hoy su se erige como una sólida columna en la que descansa la unidad y el progreso de nuestra patria.


¡Felicidades maestro!

Comparto mi correo para continuar orientando a los interesados en temas relacionados a la salud emocional zavalafranciscoramirez@gmail.com


Francisco Javier Zavala Ramírez

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