/ domingo 23 de junio de 2024

Desde las oposiciones, a hacer política de bien común

El calendario avanza. Los tribunales electorales -federal y locales- calificarán procesos, en sus aspectos cuantitativos, y también cualitativos. No solo validarán sumatorias de votos o las corregirán. También deben juzgar su calidad: su imparcialidad, equidad, legalidad, conforme a las reglas del juego electoral. Los ciudadanos, por nuestra parte, dentro y fuera de los partidos (estos somos la inmensa mayoría), debemos preguntarnos por las tareas que nos corresponden hacia adelante.

Quienes sean declarados titulares de los poderes públicos definidos por elección popular, conformarán desde ya equipos y prepararán planes y programas de gobierno, o legislativos, según sea el caso. Los diputados federales y locales, y regidores de oposición, también deben preparar su rol de cara a los ciudadanos. Unos y otros en disposición de transparentar actuación y rendir cuentas.

Las oposiciones, en cada ámbito, no son solo las de los partidos políticos y de sus correspondientes regidores, diputados o senadores. Los pesos y contrapesos van más allá de los órganos del Estado mexicano definidos en la Constitución General y en la particular de cada estado. Los equilibrios, sanos e insanos, son también otros poderes, dentro y fuera del país: el económico o financiero, el militar, los religiosos, los sindicales, los grupos de delincuencia organizada.

Luego de la continuada, grosera, injerencia de López Obrador -validada por la presidenta electa- de que va la reforma al Poder Judicial, el poder de los mercados cambiarios y financieros se hicieron sentir y fuerte. Desde el exterior emitieron señales de desaprobación y advirtieron consecuencias contra el país. Esto hizo repensar a la presidenta electa algunas definiciones y tiempos. No así del déspota macuspano, que da coletazos agónicos, intentando hacer la segunda edición de Plutarco Elías Calles.

A los ciudadanos nos corresponde también ser contrapesos, oposición cívica, ciudadana, en la medida necesaria. Haya ganado por quien votamos o no. No podemos voltear a otro lado y desentendernos del bien público temporal, del bien común. Desatender los espacios fuera de nuestra casa, en el ámbito municipal, estatal, ni nacional. Esto implica dar seguimiento a todas las definiciones que vayan haciendo los electos, ver su coherencia y consistencia con sus correspondientes propuestas en campaña electoral. Evaluar sus actuaciones. Y controlar efectos que puedan afectar al bien de todas y todos, en cada ámbito de competencias.

El bien común es ese conjunto de circunstancias o condiciones, de toda índole, que permiten que las personas, familias y demás grupos sociales puedan lograr la satisfacción de sus necesidades económicas, sociales, políticas, culturales. Abarca a todas y todos. Nadie debe ser excluido de la posibilidad de desarrollarse en esos espacios. Es con el criterio de la justicia social como debe redistribuirse lo logrado en común, lo cual supone lograr un arranque parejo en la vida. Esta es premisa a la cual debemos dar seguimiento mayor, luego de los resultados electorales.

No solo debemos exigir a los representantes de los ciudadanos en los órganos colegiados así integrados, que nos rindan cuentas. También como sociedad civil, organizada y no, debemos hacer sentir nuestro poder. Dejarle a los mercados cambiarios y financieros que sean los que ahora son mejor escuchados no es opción moral. Esos mercados nunca consideran el bien de la gente, solo la ganancia individual de los inversores. De ahí la importancia de hacernos sentir como sociedad civil. Las formas de expresión son inmensas, infinitas. Empiezan por transformar la masa en pueblo, en formar ciudadanía. Una ciudadanía informada, vigilante, cuestionadora. Buscando una permanente interlocución con sus representantes, en los tres órdenes de gobierno. Exigiendo transparencia, evaluándolos y controlando daños al bien de todos.

Sin duda tenemos más tarea que antes del dos de junio. Dentro o fuera de los partidos. Y como están ellos totalmente desfondados de confianza, ahí hay tareas ciudadanas por atender. En otra ocasión me detendré en estas. Lo que no debemos pensar es que, hasta dentro de tres años, nos volvemos a hacer cargo de la realidad y calidad de nuestra ciudad o del país.

Analista político

@jalcants

El calendario avanza. Los tribunales electorales -federal y locales- calificarán procesos, en sus aspectos cuantitativos, y también cualitativos. No solo validarán sumatorias de votos o las corregirán. También deben juzgar su calidad: su imparcialidad, equidad, legalidad, conforme a las reglas del juego electoral. Los ciudadanos, por nuestra parte, dentro y fuera de los partidos (estos somos la inmensa mayoría), debemos preguntarnos por las tareas que nos corresponden hacia adelante.

Quienes sean declarados titulares de los poderes públicos definidos por elección popular, conformarán desde ya equipos y prepararán planes y programas de gobierno, o legislativos, según sea el caso. Los diputados federales y locales, y regidores de oposición, también deben preparar su rol de cara a los ciudadanos. Unos y otros en disposición de transparentar actuación y rendir cuentas.

Las oposiciones, en cada ámbito, no son solo las de los partidos políticos y de sus correspondientes regidores, diputados o senadores. Los pesos y contrapesos van más allá de los órganos del Estado mexicano definidos en la Constitución General y en la particular de cada estado. Los equilibrios, sanos e insanos, son también otros poderes, dentro y fuera del país: el económico o financiero, el militar, los religiosos, los sindicales, los grupos de delincuencia organizada.

Luego de la continuada, grosera, injerencia de López Obrador -validada por la presidenta electa- de que va la reforma al Poder Judicial, el poder de los mercados cambiarios y financieros se hicieron sentir y fuerte. Desde el exterior emitieron señales de desaprobación y advirtieron consecuencias contra el país. Esto hizo repensar a la presidenta electa algunas definiciones y tiempos. No así del déspota macuspano, que da coletazos agónicos, intentando hacer la segunda edición de Plutarco Elías Calles.

A los ciudadanos nos corresponde también ser contrapesos, oposición cívica, ciudadana, en la medida necesaria. Haya ganado por quien votamos o no. No podemos voltear a otro lado y desentendernos del bien público temporal, del bien común. Desatender los espacios fuera de nuestra casa, en el ámbito municipal, estatal, ni nacional. Esto implica dar seguimiento a todas las definiciones que vayan haciendo los electos, ver su coherencia y consistencia con sus correspondientes propuestas en campaña electoral. Evaluar sus actuaciones. Y controlar efectos que puedan afectar al bien de todas y todos, en cada ámbito de competencias.

El bien común es ese conjunto de circunstancias o condiciones, de toda índole, que permiten que las personas, familias y demás grupos sociales puedan lograr la satisfacción de sus necesidades económicas, sociales, políticas, culturales. Abarca a todas y todos. Nadie debe ser excluido de la posibilidad de desarrollarse en esos espacios. Es con el criterio de la justicia social como debe redistribuirse lo logrado en común, lo cual supone lograr un arranque parejo en la vida. Esta es premisa a la cual debemos dar seguimiento mayor, luego de los resultados electorales.

No solo debemos exigir a los representantes de los ciudadanos en los órganos colegiados así integrados, que nos rindan cuentas. También como sociedad civil, organizada y no, debemos hacer sentir nuestro poder. Dejarle a los mercados cambiarios y financieros que sean los que ahora son mejor escuchados no es opción moral. Esos mercados nunca consideran el bien de la gente, solo la ganancia individual de los inversores. De ahí la importancia de hacernos sentir como sociedad civil. Las formas de expresión son inmensas, infinitas. Empiezan por transformar la masa en pueblo, en formar ciudadanía. Una ciudadanía informada, vigilante, cuestionadora. Buscando una permanente interlocución con sus representantes, en los tres órdenes de gobierno. Exigiendo transparencia, evaluándolos y controlando daños al bien de todos.

Sin duda tenemos más tarea que antes del dos de junio. Dentro o fuera de los partidos. Y como están ellos totalmente desfondados de confianza, ahí hay tareas ciudadanas por atender. En otra ocasión me detendré en estas. Lo que no debemos pensar es que, hasta dentro de tres años, nos volvemos a hacer cargo de la realidad y calidad de nuestra ciudad o del país.

Analista político

@jalcants