/ martes 3 de agosto de 2021

La educación como factor para el buen vivir

Por José Guadalupe Armenta

“La ignorancia es el peor enemigo de un pueblo que quiere ser libre (Jonathan Hennessey)”

Decía el Pbro. Dr J. J. Tomkins: “La educación para dar frutos debe desembocar en alguna actividad. El pueblo, al estudiar, debe poder meditar proyectos realizables, prácticos. Yo he visto que los mejores éxitos en materia de educación resultan de la organización de Cajas Populares, tiendas cooperativas, empacadoras de pescado”

* Dueños de su propio destino de Moises M. Coady (pag. 20)

En la Declaración de los Derechos Humanos se precisa que la educación deberá tener por objeto el “pleno desarrollo de la personalidad y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad”, de esta manera, los procesos de educación en las personas que se invitan a construir un proyecto cooperativo deberá respetar estos principios.

La etapa de sensibilización para que participen en el proyecto es importante, una vez que se logre la aceptación de la iniciativa a desarrollar podremos decir que existe un grupo organizado con una meta en común. La educación procura fomentar el desarrollo personal y social para el logro de los ideales de paz, libertad y justicia y en consecuencia contribuir a reducir la pobreza, la exclusión, la ignorancia y la guerra.

Entonces, una vez que se ha decidido participar en la cooperativa, sigue la educación en la operación, funcionamiento y administración de la organización, para lo que es de suma importancia conocer otras experiencias sobre la rama que se ha escogido, elaboración del calzado, producción de bolsas, compra en común de productos de la canasta básica, incluso para el ofrecimiento de servicios de mantenimiento, o servicios para la recreación, diversión y ocio.

Es importante invitar a expertos para que platiquen de sus experiencias, sus fracasos, sus relaciones con otras organizaciones y empresas, algo relevante es conocer sus redes de conocimiento, distribución y venta que es el real activo de las relaciones entre las personas, partiendo de la confianza y el deseo de apoyar estas iniciativas.

Una vez que se ha tomado la decisión de participar en el proyecto y la actividad económica a realizar, es el momento de poner manos a la obra, tendrá que determinarse el importe de la aportación de capital social de cada socia, mujer y hombre.

Este dinero permitirá que se puedan pagar los gastos necesarios para iniciar las actividades de la cooperativa, tramites legales, compra de material, renta de lugar, etc., los que no puedan aportar dinero tienen la opción de aportar su tiempo y relaciones en favor del colectivo.

Es importante para el éxito del proyecto el desarrollar una red de confianza, considerado como el grupo de personas que tienen una relación con los integrantes de la cooperativa y que serán los que apoyen en la producción, distribución y venta de los productos o servicios, seguro han escuchado el refrán “más vale tener amigos que dinero”, por ello, ante la falta de recursos para invertir en una campaña agresiva de mercadotecnia hay que voltear a la venta “mano a mano”, consumo solidario, consumo responsable, compra entre amigos, entre otros métodos.

Retomando el lema de Caja Popular San Nicolás: “Para vivir mejor, solo unidos”

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