/ domingo 21 de agosto de 2022

Enrique Serna explora el ego masculino en Lealtad al fantasma

En su nuevo libro de cuentos, Lealtad al fantasma, Enrique Serna explora el ego masculino

Lo que mejor sabe hacer Enrique Serna es retratar el infortunio con humor. La contradicción de quien se debate entre lo que es y lo que debe ser. Lo que se tiene y lo que se quiere. Cosas que suceden en la vida de todos los seres humanos, pero que a veces se esconden entre el gris del día a día.

El nuevo libro de Serna es, en parte, resultado de sus rutinas de escribir por las mañanas, pero también de las voces de su cabeza, que le pedían escribir sobre las pasiones humanas, los bajos instintos, las infidelidades, el matrimonio y su dudoso tratado de la monogamia…

Lealtad al fantasma (Alfaguara, 2022) es el nombre de su más reciente obra, en la que decide regresar al género que, dice, le gusta más: el cuento. En estos relatos, el autor explora la personalidad de los donjuanes decadentes, de hombres cuyos egos afloran en circunstancias contradictorias, confusas y, hasta cierto punto, ridículas. Es una crítica a la masculinidad que ya había hecho en otra de sus obras: La sangre erguida.

“En los cuentos, que son pesadillas donjuanescas de este libro, los tres personajes no están en una edad muy avanzada; dos de ellos tienen 42 años y el otro 50. Son hombres muy vulnerables, donjuanes a los que les quise ver el ángulo ridículo de su conducta. Me parece que un donjuan victorioso es una persona que se infla como un globo de gas. Y a mí me gusta pinchar esos globos con el espíritu de la comedia, que siempre hurga en el lado débil del personaje”, dice Enrique Serna en entrevista con El Sol de México.

El libro abre con un relato sobre la historia de un profesor de preparatoria que, hastiado de su matrimonio, se enamora de una de sus alumnas, una chica con "ojazos negros de destellos homicidas" que le quita su anillo de matrimonio y se lo coloca en los labios vaginales. "Si lo quieres, sácalo de ahí", lo reta.

“(El donjuanismo) es algo muy común porque somos humanos, y más aún en el caso de este profesor, a quien una alumna le coquetea de una manera muy descarada. Yo no creo que este profesor sea un acosador ni mucho menos. Desde un inicio él dice que es un monógamo que se siente como una especie de león desdentado de circo pobre. La intención de este cuento fue demostrar dos posibilidades: la de un hombre que sucumbe a la tentación y la de alguien que se resiste virtuosamente a ella”, afirma.

Para Serna, que es un verdadero relator de los instintos, la monogamia es “una disciplina muy rigurosa”, porque si sólo se toma en cuenta la naturaleza humana, ni las mujeres ni los hombres tienen la capacidad de ser monógamos, asegura. “Y si lo somos es porque tenemos que serlo por obligación de las circunstancias en gran medida. Ninguna pareja puede prosperar si hay infidelidades de uno u otro lado”.

Enrique Serna tiene ya más de 30 años escribiendo. Admite que se siente en una madurez literaria. Apenas en 2019 publicó uno de sus libros más exitosos: El vendedor de silencio, en el que explora la vida y la decadencia de Carlos Denegri, el padre del periodismo mexicano más corrupto y enviciado. Si hubiese querido fama, quizá lo ideal sería seguir en esa línea temática, pero él sólo obedece a sus caprichos internos.

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o que podría ser materia prima para críticas de género. En la vida real, la línea entre un seductor y un acosador es muy delgada. A Serna, sin embargo, le tienen sin cuidado ese tipo de lecturas. De hecho, hay dos cuentos narrados por mujeres, lo cual él llama “travestismo literario” y que, dice, puede ser muy útil como terapia para machos irredentos.

“Yo nunca me he autocensurado por el temor a que una ideología dominante pueda condenar algo de lo que escribo. Lo que hace la literatura es particularizar, narrar experiencias individuales y, cuando se está en el terreno de la experiencia individual, se permanece al margen de las generalizaciones. Lo que hace la ideología es generalizar, hacer tabla rasa. Desde el momento en que pretendes hacer un retrato de la condición humana, te quedas fuera del marco ideológico. Yo creo que la mejor literatura escrita por mujeres es la que se fija en la condición humana y no tanto en reivindicar una ideología”, observa Serna.

Lo que mejor sabe hacer Enrique Serna es retratar el infortunio con humor. La contradicción de quien se debate entre lo que es y lo que debe ser. Lo que se tiene y lo que se quiere. Cosas que suceden en la vida de todos los seres humanos, pero que a veces se esconden entre el gris del día a día.

El nuevo libro de Serna es, en parte, resultado de sus rutinas de escribir por las mañanas, pero también de las voces de su cabeza, que le pedían escribir sobre las pasiones humanas, los bajos instintos, las infidelidades, el matrimonio y su dudoso tratado de la monogamia…

Lealtad al fantasma (Alfaguara, 2022) es el nombre de su más reciente obra, en la que decide regresar al género que, dice, le gusta más: el cuento. En estos relatos, el autor explora la personalidad de los donjuanes decadentes, de hombres cuyos egos afloran en circunstancias contradictorias, confusas y, hasta cierto punto, ridículas. Es una crítica a la masculinidad que ya había hecho en otra de sus obras: La sangre erguida.

“En los cuentos, que son pesadillas donjuanescas de este libro, los tres personajes no están en una edad muy avanzada; dos de ellos tienen 42 años y el otro 50. Son hombres muy vulnerables, donjuanes a los que les quise ver el ángulo ridículo de su conducta. Me parece que un donjuan victorioso es una persona que se infla como un globo de gas. Y a mí me gusta pinchar esos globos con el espíritu de la comedia, que siempre hurga en el lado débil del personaje”, dice Enrique Serna en entrevista con El Sol de México.

El libro abre con un relato sobre la historia de un profesor de preparatoria que, hastiado de su matrimonio, se enamora de una de sus alumnas, una chica con "ojazos negros de destellos homicidas" que le quita su anillo de matrimonio y se lo coloca en los labios vaginales. "Si lo quieres, sácalo de ahí", lo reta.

“(El donjuanismo) es algo muy común porque somos humanos, y más aún en el caso de este profesor, a quien una alumna le coquetea de una manera muy descarada. Yo no creo que este profesor sea un acosador ni mucho menos. Desde un inicio él dice que es un monógamo que se siente como una especie de león desdentado de circo pobre. La intención de este cuento fue demostrar dos posibilidades: la de un hombre que sucumbe a la tentación y la de alguien que se resiste virtuosamente a ella”, afirma.

Para Serna, que es un verdadero relator de los instintos, la monogamia es “una disciplina muy rigurosa”, porque si sólo se toma en cuenta la naturaleza humana, ni las mujeres ni los hombres tienen la capacidad de ser monógamos, asegura. “Y si lo somos es porque tenemos que serlo por obligación de las circunstancias en gran medida. Ninguna pareja puede prosperar si hay infidelidades de uno u otro lado”.

Enrique Serna tiene ya más de 30 años escribiendo. Admite que se siente en una madurez literaria. Apenas en 2019 publicó uno de sus libros más exitosos: El vendedor de silencio, en el que explora la vida y la decadencia de Carlos Denegri, el padre del periodismo mexicano más corrupto y enviciado. Si hubiese querido fama, quizá lo ideal sería seguir en esa línea temática, pero él sólo obedece a sus caprichos internos.

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o que podría ser materia prima para críticas de género. En la vida real, la línea entre un seductor y un acosador es muy delgada. A Serna, sin embargo, le tienen sin cuidado ese tipo de lecturas. De hecho, hay dos cuentos narrados por mujeres, lo cual él llama “travestismo literario” y que, dice, puede ser muy útil como terapia para machos irredentos.

“Yo nunca me he autocensurado por el temor a que una ideología dominante pueda condenar algo de lo que escribo. Lo que hace la literatura es particularizar, narrar experiencias individuales y, cuando se está en el terreno de la experiencia individual, se permanece al margen de las generalizaciones. Lo que hace la ideología es generalizar, hacer tabla rasa. Desde el momento en que pretendes hacer un retrato de la condición humana, te quedas fuera del marco ideológico. Yo creo que la mejor literatura escrita por mujeres es la que se fija en la condición humana y no tanto en reivindicar una ideología”, observa Serna.

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