León, Guanajuato.- Tarde histórica en León, la Tradicional Corrida Guadalupana enmarcó un emotivo festejo en el que tres hermanos de la dinastía Adame partieron plaza, Alejandro, el menor, tomó la alternativa y se hizo de dos orejas, el triunfador fue Joselito con tres apéndices, Luis David también se llevó una oreja.
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Encomendados a la divina protección de la Virgen de Guadalupe, los tres hermanos Adame lidiaron a seis finos bureles de la ganadería guanajuatense de Begoña en un festejo que se dio al son de la "Pelea de Gallos " y es que tres hijos de la llamada "Tierra de la Buena Gente" cautivaron al público leonés con su arte y brío.
Dejando atrás su papel de novillero y doctorándose cómo matador, Alejandro da nueva vida a fiesta brava mexicana y en León tomó la alternativa, el primero de su lote fue "Guadalupano", toro al que le hizo una faena variada con buenas tandas de derechazos y naturales, pero se engolosinó y cuando el toro se aplomó intentó matarlo recibiendo y pinchó dos veces, un aviso.
Joselito con “Macareno”, segundo astado del festejo demostró toda su experiencia toreando variado, en el último tercio, mató con media estocada que le valió una oreja.
En su segundo toro hizo una faena bien estructurada ligando tandas derechazos y naturales muy templados con mucho conocimiento y entrega para que el público lo ovacionara y le fueran otorgadas dos apéndices.
Para el segundo de los Adame, Luis David salió "Pilarico", su primero de la tarde al que recibió con bellas verónicas, luego invitó a sus hermanos a realizar un quite a la limón, para el segundo tercio invitó de nueva cuenta a sus hermanos a banderillear cerrando un emotivo tercio que llenó de alegría al coso leonés.
Con la pañosa hizo faena riñonuda, de mucho poder, desafortunadamente la malogró con la espada.
Su segundo fue "San Juanero", astado ante el que puso toda la carne al asador, con la muleta pegó dos péndulos hincado, para seguir toreando con arrojo y valor, metiéndose hasta los pistones, pero el toro se aplomó, con desplantes y torería pegó un espadazo que le valió una oreja.
Cerró plaza para el recién doctorado, "Candelario", astado al que lidió a placer, con mucha afición y al que le pegó tandas de derechazos y naturales que remataba con adornos y al tratar de pegar unas manoletinas lo cogió el burel y le pegó tremenda voltereta. Todo quedó en susto, el de agüitas regresó encantado para tirarse a matar metiendo un espadazo hasta los gavilanes, el respetable reconoció su valor y lo premió con dos orejas.