El 2 de julio de 1915 marca un día sombrío en la historia de México, con la noticia del fallecimiento del General Porfirio Díaz en París, Francia. A los 84 años de edad, el hombre que moldeó gran parte del México moderno, tanto en su desarrollo como en su turbulenta política, dejó de existir en la ciudad que lo había acogido tras su renuncia al poder en 1911.
La muerte del General Díaz ha resonado profundamente en México y en el mundo entero, pues su influencia perduró durante décadas. Nacido el 15 de septiembre de 1830 en Oaxaca, Díaz se destacó primero como militar, ascendiendo gradualmente en las filas hasta convertirse en una figura central durante la Guerra de Reforma y la intervención francesa en México. Sin embargo, fue durante su prolongado mandato presidencial, conocido como el Porfiriato (1876-1911), cuando su nombre se convirtió en sinónimo de progreso y modernización, pero también de autoritarismo y desigualdad.
Durante su régimen, México experimentó un notable desarrollo económico, con la construcción de infraestructuras clave como ferrocarriles y la atracción de inversión extranjera. Sin embargo, este progreso fue ensombrecido por la represión política y la desigualdad social que generó el descontento popular, culminando en la Revolución Mexicana de 1910, que finalmente forzó su renuncia y exilio.
Tras dejar el poder, Díaz vivió en el exilio primero en Francia y luego en España, evitando regresar a su país natal mientras la política mexicana se transformaba radicalmente. En París, lejos de los tumultos y cambios que sacudían a México, vivió sus últimos años en relativa tranquilidad, aunque nunca pudo reconciliarse completamente con la pérdida de influencia y el cambio de rumbo de su amada patria.
El legado de Porfirio Díaz es complejo y sigue siendo objeto de debate y reflexión en México. Su muerte marca el final de una era y simboliza el cierre de un capítulo significativo de la historia nacional. Hoy, mientras recordamos su vida y legado, reflexionamos sobre los altibajos de su mandato y su impacto duradero en la configuración política, social y económica de México.