/ domingo 6 de mayo de 2018

Una tormenta de decibeles se vivió en el Hell and Heaven

Literalmente una tormenta cayó sobre las miles de almas con playeras negras que llenaron el Foro Sol

Literalmente una tormenta cayó sobre las miles de almas con playeras negras que llenaron el Foro Sol en el primer día del festival del género más grande de América Latina.

Pero nadie se movió y la otra tormenta, de los altos decibeles, guitarras corrosivas, tambores de guerra y cantos salvajes, se dejó escuchar hasta después de la medianoche con Scorpions, Deep Purple con su humo en el agua que acompañó al cielo lluvioso de la Ciudad de México, Mastodon y el hardcore de Bad Religion que no envejece, con sus letras de protesta aún vigentes.

Ríos de head bangers -desde adolescentes hasta una metalera de sesentaitantos años con sus hijos y nietos tatuados-, llegaron al Foro Sol desde las dos de la tarde, cerveza en mano y sin presagiar el diluvio que se avecinaba.

Bandas mexicanas como Maligno -con su stoner metal desde Monterrey- y The Warning -integrada solo por mujeres-, así como de otros países como los death metaleros colombianos Vain o De la Tierra, liderados por Alex González, baterista de Maná, Andrés Giménez, de la argentina A.N.I.M.A.L., y Andreas Kisser, de Sepultura, fueron los encargados de calentar motores y encender el ánimo de los 80 mil asistentes.

Sin embargo, los primeros en desatar la euforia masiva fueron los alemanes Kadavar, que inundaron de stonerretro y olor a cannabis el HeavenStage, uno de los dos escenarios principales del Hell&Heavenl.

Casi al mismo tiempo, los trashmetaleros Testament provocaron los primeros moshpits del día en el escenario True Metal. Hombres y mujeres se lanzaron por igual a la danza frenética y choques violentos al ritmo de rolas como Practice whatyou preach, de aquellos años 80 cuando el género trash reinaba. Y fue casi al final de la presentación de Chuck Billy y sus muchachos, pasadas las siete de la noche, cuando se desató el aguacero.

LA LLUVIA NO LOS ASUSTÓ

Un diluvio con amenaza de granizo y tormenta eléctrica obligó a los que pudieron a resguardarse en los stands de cerveza, comida y hasta debajo de las mesas y los árboles. De inmediato aparecieron los vendedores de impermeables a hacer su agosto. “No cubren nada”, se quejaban los compradores después de pagar de 30 a 50 pesos por una delgada capa de plástico.

“El Hell&Heaven está maldito”, soltó Óscar, un joven de 25 años que recordaba cuando impidieron realizar el primer festival en 2014 en Texcoco por disputas políticas y económicas, o las múltiples cancelaciones de grupos importantes en los siguientes años hasta esta última edición.

Sin embargo, el ánimo no decayó y nadie se movió del Foro Sol. El festival no detuvo su marcha y todavía faltaban los platos fuertes de la noche.

Miles de metaleros salieron de sus escondites y soportaron el loco aguacero que bajaba y arreciaba de pronto para ver a tres pesos pesados: Mastodon, Bad Religion y Sabaton, quienes a la par del cielo capitalino descargaron furia y lo mejor de su repertorio.

CÁTEDRA DE METAL

Por fin, el momento nostálgico llegó en punto de las 10 de la noche cuando la voz de Ian Guillan y los aún virtuosos Roger Glover, Steve Morse y Don Airey inundaron el Heaven&Stage con el rock setentero de DeepPurple.

“Qué magnifica noche en la Ciudad de México”, dijo Guillan ante un público que se entregó a la legendaria banda británica. Éxitos como Highway Star, Space Trucking, Smoke on theWater, Hush y Black Night mostraron a las nuevas y viejas generaciones que estos veteranos todavía saben rockear y siguen enteros. Así, dejaron el escenario principal hirviendo a pesar del frío para el cerrojazo final a la primera noche del festival.

DESCARGARON SUS AGUIJONES

Eran las 11: 30 de la noche, el público empezaba a impacientarse por el retraso, cuando las luces se apagaron y el nombre de Scorpions apareció en las pantallas gigantes del Hell& Stage. Aquí todos los contratiempos del día quedaron atrás: la lluvia, la empapada, la comida y bebida carísima (un horrible hotdog en ¡80 pesos!). Los primeros acordes de Going out whita bang desataron la locura de las decenas de miles de aguerridos rockeros que obtuvieron su recompensa al escuchar juntos, tal vez por última vez, a Klaus Meine, Rudolf Schenker, Matthias Jabs, Pawel Maciwoda y la sorpresa en la batería: Mikkey Dee, exMotorhead.

“Haremos un viaje a través de los años”, dijo Meine, quien habló un poco en español durante el repaso de las principales canciones de esta vieja banda surgida en la comunista Alemania del Este.

La edad, si bien es ya notoria en sus rostros, no mermó la energía proyectada en el escenario. Subieron y bajaron, corrieron, y la voz de Meine aún conserva su potencia. Trancazos como Animal Magnetism,Blackout y hasta un homenaje a Motorhead con la gran Overkill dejaron satisfechos a los presentes. El clásico I stil llovig you, coreada a todo pulmón, dio fin a una noche tormentosa. Y la lluvia no paró, nos acompañó hasta la salida.

Literalmente una tormenta cayó sobre las miles de almas con playeras negras que llenaron el Foro Sol en el primer día del festival del género más grande de América Latina.

Pero nadie se movió y la otra tormenta, de los altos decibeles, guitarras corrosivas, tambores de guerra y cantos salvajes, se dejó escuchar hasta después de la medianoche con Scorpions, Deep Purple con su humo en el agua que acompañó al cielo lluvioso de la Ciudad de México, Mastodon y el hardcore de Bad Religion que no envejece, con sus letras de protesta aún vigentes.

Ríos de head bangers -desde adolescentes hasta una metalera de sesentaitantos años con sus hijos y nietos tatuados-, llegaron al Foro Sol desde las dos de la tarde, cerveza en mano y sin presagiar el diluvio que se avecinaba.

Bandas mexicanas como Maligno -con su stoner metal desde Monterrey- y The Warning -integrada solo por mujeres-, así como de otros países como los death metaleros colombianos Vain o De la Tierra, liderados por Alex González, baterista de Maná, Andrés Giménez, de la argentina A.N.I.M.A.L., y Andreas Kisser, de Sepultura, fueron los encargados de calentar motores y encender el ánimo de los 80 mil asistentes.

Sin embargo, los primeros en desatar la euforia masiva fueron los alemanes Kadavar, que inundaron de stonerretro y olor a cannabis el HeavenStage, uno de los dos escenarios principales del Hell&Heavenl.

Casi al mismo tiempo, los trashmetaleros Testament provocaron los primeros moshpits del día en el escenario True Metal. Hombres y mujeres se lanzaron por igual a la danza frenética y choques violentos al ritmo de rolas como Practice whatyou preach, de aquellos años 80 cuando el género trash reinaba. Y fue casi al final de la presentación de Chuck Billy y sus muchachos, pasadas las siete de la noche, cuando se desató el aguacero.

LA LLUVIA NO LOS ASUSTÓ

Un diluvio con amenaza de granizo y tormenta eléctrica obligó a los que pudieron a resguardarse en los stands de cerveza, comida y hasta debajo de las mesas y los árboles. De inmediato aparecieron los vendedores de impermeables a hacer su agosto. “No cubren nada”, se quejaban los compradores después de pagar de 30 a 50 pesos por una delgada capa de plástico.

“El Hell&Heaven está maldito”, soltó Óscar, un joven de 25 años que recordaba cuando impidieron realizar el primer festival en 2014 en Texcoco por disputas políticas y económicas, o las múltiples cancelaciones de grupos importantes en los siguientes años hasta esta última edición.

Sin embargo, el ánimo no decayó y nadie se movió del Foro Sol. El festival no detuvo su marcha y todavía faltaban los platos fuertes de la noche.

Miles de metaleros salieron de sus escondites y soportaron el loco aguacero que bajaba y arreciaba de pronto para ver a tres pesos pesados: Mastodon, Bad Religion y Sabaton, quienes a la par del cielo capitalino descargaron furia y lo mejor de su repertorio.

CÁTEDRA DE METAL

Por fin, el momento nostálgico llegó en punto de las 10 de la noche cuando la voz de Ian Guillan y los aún virtuosos Roger Glover, Steve Morse y Don Airey inundaron el Heaven&Stage con el rock setentero de DeepPurple.

“Qué magnifica noche en la Ciudad de México”, dijo Guillan ante un público que se entregó a la legendaria banda británica. Éxitos como Highway Star, Space Trucking, Smoke on theWater, Hush y Black Night mostraron a las nuevas y viejas generaciones que estos veteranos todavía saben rockear y siguen enteros. Así, dejaron el escenario principal hirviendo a pesar del frío para el cerrojazo final a la primera noche del festival.

DESCARGARON SUS AGUIJONES

Eran las 11: 30 de la noche, el público empezaba a impacientarse por el retraso, cuando las luces se apagaron y el nombre de Scorpions apareció en las pantallas gigantes del Hell& Stage. Aquí todos los contratiempos del día quedaron atrás: la lluvia, la empapada, la comida y bebida carísima (un horrible hotdog en ¡80 pesos!). Los primeros acordes de Going out whita bang desataron la locura de las decenas de miles de aguerridos rockeros que obtuvieron su recompensa al escuchar juntos, tal vez por última vez, a Klaus Meine, Rudolf Schenker, Matthias Jabs, Pawel Maciwoda y la sorpresa en la batería: Mikkey Dee, exMotorhead.

“Haremos un viaje a través de los años”, dijo Meine, quien habló un poco en español durante el repaso de las principales canciones de esta vieja banda surgida en la comunista Alemania del Este.

La edad, si bien es ya notoria en sus rostros, no mermó la energía proyectada en el escenario. Subieron y bajaron, corrieron, y la voz de Meine aún conserva su potencia. Trancazos como Animal Magnetism,Blackout y hasta un homenaje a Motorhead con la gran Overkill dejaron satisfechos a los presentes. El clásico I stil llovig you, coreada a todo pulmón, dio fin a una noche tormentosa. Y la lluvia no paró, nos acompañó hasta la salida.

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