Los horarios, los métodos, las evaluaciones, todo cambió de un momento para otro para los profesores cuando la contingencia para evitar contagios por Covid-19 mandó a casa la enseñanza.
Fue el 14 de marzo cuando se ordenó cerrar escuelas; era un sábado cuando se les pidió a los maestros acudir a su lugar de trabajo el siguiente lunes y de ser necesario también el martes.
Sin más indicaciones que continuar con el plan de estudios "en línea", convirtieron sus celulares en aulas.
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Sin más que el WhatsApp, se las han arreglado como han podido y como han querido.
Anita (así la llamaremos) es profesora de una Telesecundaria en León. Continúa con sus clases, a toda hora y todos los días. Literal.
"Yo grabo un video de la lección que nos toca de acuerdo a lo establecido desde el inicio del ciclo escolar. Es como que doy la clase y se las mando por WhatsApp", platica entre contenta y angustiada.
"Los alumnos la ven y hay quienes inmediatamente me responden si es que tienen dudas, pero hay otros que ni siquiera los ven… como son incluso estando en el salón", comenta con una sonrisa de resignación.
APRENDER SOBRE LA MARCHA
Me muestra su teléfono celular. No ha parado desde el 19 de marzo, para cumplir con las asignaciones escolares.
"Tengo alumnos que a las 10 de la noche me hacen preguntas o me envían sus tareas. Las reviso y se las devuelvo con observaciones"
"Al principio no sabía cómo, pero ahora ya sé que a una imagen le puedo escribir las correcciones y eso me ha ayudado mucho para que los chicos vean en qué se equivocaron", señala con orgullo.
Con la satisfacción de ir aprendiendo a usar la tecnología que un teléfono celular tiene.
"Cuando nos dijeron que tendríamos que dar clases en línea no nos dijeron nada más. No hubo una indicación de qué aplicaciones usar, no nos dijeron nada sobre cómo evaluar".
EN OTRO MUNDO
Las clases en línea parece un tema común pero no lo es. No a todos los profesores les agrada, ni saben usar la tecnología para impartir conocimientos.
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Las propias universidades limitaron las asignaturas. Por ejemplo, en la prepa de la Universidad de Guanajuato, Centro Histórico de León, Español "no fue necesario impartirla; sólo las relacionadas a las Matemáticas, Física, Química y Biología", confía una maestra de ese plantel.
Pero en el caso de un Telesecundaria, la situación cambia y no precisamente por órdenes de los directivos.
"Tengo alumnos que viven en comunidades rurales y no todos tienen teléfono celular… de verdad, no todos tienen y los que tienen es un aparato de poca capacidad", indica Anita.
Agrega que "sus celulares son de poca resolución, me mandan una foto de su tarea pero no se distingue nada… así es difícil, pero nos la vamos ingeniando como podemos".
"Cuando vivimos en la ciudad creemos que la tecnología está a la mano de todos y no es así. Tengo alumnos que me envían sus tareas hasta que llega alguien de su familia, le piden prestado su celular y entonces envían… son los muchachos que me mandan a las 10 de la noche o más tarde".
Trabaja fuera de su horario ¿Por amor al arte? le pregunto.
Me mira, sonríe y piensa su respuesta. "Tenemos miedo de perder nuestro trabajo… se dicen muchas cosas. Nadie sabe qué va a pasar cuando esto (la emergencia sanitaria) termine. Yo prefiero seguir así porque cuando vengan y nos pregunten los jefes qué hicimos, yo les demuestro que sí trabaje. Aquí, en el celular está todo".
ES OTRA LA PREOCUPACIÓN
La angustia es real. Sus ojos no mienten. A Anita se le llenan de lágrimas. La preocupación es real. No lo afirma y no es necesario; se percibe que hay amenazas.
Los supervisores advirtieron que debemos de trabajar, los mismos supervisores que hasta el día de hoy, no nos llaman, no nos buscan, no se interesan en saber qué hacemos… nos tienen olvidados.
"Por eso guardo evidencias. Aquí está mi trabajo del diario y más porque cuando quieren venir a correr gente tendremos que defendernos", responde.
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Conservar el empleo, es una de las muchas inquietudes que tiene. "La desaparición de los Fideicomisos que ordenó López Obrador nos afecta porque contamos con el FORTE (Fondo de Retiro de Trabajadores del Estado). El gobierno federal hace una aportación, el gobierno del estado otra y nosotros otra".
Anita plática que ni la representación sindical, ni las autoridades educativas les han informado qué pasará con ese dinero.
"Nuestros ahorros podrían desaparecer y si a eso le agregamos lo que tomarán de las pensiones del ISSEG, pues realmente estamos preocupados", afirma Anita mientras se seca las lágrimas de la incertidumbre.