/ lunes 1 de noviembre de 2021

Le da vida a los recuerdos

Cuando alguien muere, sus familiares llevan sus prendas con Yolanda Flores, quien fabrica lindos peluches con la ropa que dejaron al partir

León, Gto.- El día de muertos es una fecha con mucho significado, honra y recuerda a quienes se nos adelantaron en el camino. Sentimientos como nostalgia y tristeza reviven en estos días, añorando los momentos con nuestros seres queridos que trascendieron a otra vida.


Es difícil desprendernos de un abuelito, abuelita, un padre o de mamá, un hermano o sobrino, peor aún de un hijo, sobre todo si su muerte fue inesperada y repentina. El vacío que dejan, no se llena con nada y se busca la manera de sobrellevar la pérdida.

Aunque es difícil, no es imposible y Yolanda Flores Martínez lo sabe y ayuda a su manera a que este trago amargo sea más llevadero, pues fábrica ositos de peluche con ropa que las personas dejaron al morir.

⬇️ Dale clic aquí ⬇️

Un pantalón, una camisa, un suéter, una falda, un vestido, camisón o playeras, (dependiendo el tipo de tela) puede utilizarse para realizar estos detalles que llegan al corazón.

Este trabajo ha traspasado fronteras, pues además de llegar a todos los estado de México, Yolanda ha enviado este tipo de detalles a Canadá, Estados Unidos, España y Bolivia.

Convierte su casa en un taller

Hace cuatro años, Yolanda y su familia atravesaba por una situación económica un poco difícil, ella quien tenía conocimientos previos en corte y confección, decidió comenzar con un proyecto que no imaginó tendría tanto éxito.

Con los uniformes que dejan los niños al salir de las escuelas, comenzó a realizar estos peluches, que eran regalados en las graduaciones y se hizo de varios clientes, quienes fueron recomendando poco a poco su trabajo.

Esto la llevó a realizar algo con mucho significado, pues las mismas personas, le comenzaron a llevar prendas de familiares fallecidos.

“Me traían una prenda y me decían, fíjate que mi papá murió, me podrías hacer un osito y así fue que poco a poco comenzó a conocerse mi trabajo”, cuenta Yolanda desde la comodidad de su sala, que está invadida por decenas de peluches.

“Lo que hago me encanta, pero es triste”

Yolanda reconoce que su trabajo le encanta, aunque es lamentable que alguien tenga que morir para que ella pueda seguir con su loable labor.

Además de ser una excelente costurera y porque no, artesana, también hace funciones de psicóloga y consejera, pues cada que uno de sus clientes llega, le cuentan la historia o la manera en que perdieron a su familiar.

“Llegan conmigo, se desahogan, comparten su pena e incluso a algunos les cuesta desprenderse de la ropa que me traen para que les haga su muñeco, yo los escucho, me abrazan y lloran, porque para ellos esto representa mucho sentimentalmente.

Cientos de historias

Aunque todos los fallecimientos son tristes, cuando se trata de niños, a Yolanda estos casos le llegan más al corazón.

“Si es más difícil cuando son niños, me han traído ropa de niños que han fallecido de cáncer, me tocó una de siete años, o una bebé de un año que tenía problemas en su corazón”.

Pero el caso más impactante, fue hace poco, una familia entera se mató en un accidente, incluidos varios niños. “Sus seres queridos me trajeron la ropa, incluso aún con las manchas de sangre y me dijeron así hazlos, queremos recordarlos con las últimas prendas que vistieron”. Expresó un poco conmovida.

También por Covid

Lamentable pero beneficiosamente, el trabajo ha aumentado desde que inició la pandemia, pues ante los miles de fallecimientos reportados por este padecimiento, casi el 80 por ciento de su trabajo es con prendas de personas que murieron por Covid-19, la mayoría, hombres.

El escuchar tantas historias, ha saturado en diversas ocasiones la mente y los sentimientos de la señora Yolanda, quien después tiene que sacar todo ese cúmulo de emociones con su esposo, a quien le cuenta lo que le comparten sus clientes.

Varios modelos

Aunque lo más solicitado son los ositos, también realiza perritos, conejos, elefantes, jirafas, dinosaurios, caballos y hasta unicornios. Cada uno personalizado y con su toque.

“A veces me traen telas muy difíciles y ya les digo si se puede usar o no. Algunas pueden llevar un forro, porque están muy desgastadas o el material es difícil de manejar. Llevan también bordado su nombre, el apodo o una frase que la persona decía mucho en vida, en ocasiones, me piden que les ponga un accesorio, por ejemplo si la persona usaba lentes, una bufanda, una boina, cualquier cosita, también se la agregamos o me traen dos prendas, me dicen con esta camisa hazme el osito y con esta hazle un chaleco, un traje, un gorro, lo que sea”.

El proceso

El primer paso, es hacer el corte de las telas, con moldes que ella misma hizo cuando inició en esto. Luego los cose, los rellena con wata, pega la cabeza con el cuerpo, manos y patitas y listo.

Aunque en cada osito se puede llevar menos de dos horas, debido a la alta demanda que tiene y para mayor facilidad, hace varios a la vez.

“Es muy raro que me pidan uno, porque por lo regular me piden varios, para darle a todos los familiares, a cada hijo o hermano, o cuando son aniversarios luctuosos, también piden muchos, el pedido más grande ha sido de 50 piezas”.

Yolanda comenta que ha establecido días y horarios para sus labores, un día se dedica a cortar, otro a rellenar y después a pegar o colocar detalles. Sus hijas, acuden cada sábado a ayudarle, aunque hubo un tiempo que tuvo que darle trabajo a más personas pues ella sola no se daba abasto.

Satisfacción

Cuando entrega el trabajo terminado y ve la reacción de las personas, le da mucha satisfacción.

“ven el muñeco, lo abrazan, lloran, me agradecen y se van muy contentas con sus ositos.

Además, de que es un trabajo bonito y de calidad, con buena hechura y que representa mucho sentimentalmente, es de precio accesible. Los costos son desde 130 el más pequeño hasta 250 el de tamaño Jumbo e incrementa el precio dependiendo de los accesorios y detalles que las personas quieran para cada uno de sus ositos. La única condición que pone, es que las prendas estén limpias y planchadas.

VIVA VOZ

“Me encanta esto que hago, comenzó como algo pequeño y después ya era una bola de nieve que no podía parar con tanto osito, es lamentable que para que yo pueda tener trabajo haya tenido que morir tanta gente, por eso le pongo mucho cariño”. Expresó Yolanda.

León, Gto.- El día de muertos es una fecha con mucho significado, honra y recuerda a quienes se nos adelantaron en el camino. Sentimientos como nostalgia y tristeza reviven en estos días, añorando los momentos con nuestros seres queridos que trascendieron a otra vida.


Es difícil desprendernos de un abuelito, abuelita, un padre o de mamá, un hermano o sobrino, peor aún de un hijo, sobre todo si su muerte fue inesperada y repentina. El vacío que dejan, no se llena con nada y se busca la manera de sobrellevar la pérdida.

Aunque es difícil, no es imposible y Yolanda Flores Martínez lo sabe y ayuda a su manera a que este trago amargo sea más llevadero, pues fábrica ositos de peluche con ropa que las personas dejaron al morir.

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Un pantalón, una camisa, un suéter, una falda, un vestido, camisón o playeras, (dependiendo el tipo de tela) puede utilizarse para realizar estos detalles que llegan al corazón.

Este trabajo ha traspasado fronteras, pues además de llegar a todos los estado de México, Yolanda ha enviado este tipo de detalles a Canadá, Estados Unidos, España y Bolivia.

Convierte su casa en un taller

Hace cuatro años, Yolanda y su familia atravesaba por una situación económica un poco difícil, ella quien tenía conocimientos previos en corte y confección, decidió comenzar con un proyecto que no imaginó tendría tanto éxito.

Con los uniformes que dejan los niños al salir de las escuelas, comenzó a realizar estos peluches, que eran regalados en las graduaciones y se hizo de varios clientes, quienes fueron recomendando poco a poco su trabajo.

Esto la llevó a realizar algo con mucho significado, pues las mismas personas, le comenzaron a llevar prendas de familiares fallecidos.

“Me traían una prenda y me decían, fíjate que mi papá murió, me podrías hacer un osito y así fue que poco a poco comenzó a conocerse mi trabajo”, cuenta Yolanda desde la comodidad de su sala, que está invadida por decenas de peluches.

“Lo que hago me encanta, pero es triste”

Yolanda reconoce que su trabajo le encanta, aunque es lamentable que alguien tenga que morir para que ella pueda seguir con su loable labor.

Además de ser una excelente costurera y porque no, artesana, también hace funciones de psicóloga y consejera, pues cada que uno de sus clientes llega, le cuentan la historia o la manera en que perdieron a su familiar.

“Llegan conmigo, se desahogan, comparten su pena e incluso a algunos les cuesta desprenderse de la ropa que me traen para que les haga su muñeco, yo los escucho, me abrazan y lloran, porque para ellos esto representa mucho sentimentalmente.

Cientos de historias

Aunque todos los fallecimientos son tristes, cuando se trata de niños, a Yolanda estos casos le llegan más al corazón.

“Si es más difícil cuando son niños, me han traído ropa de niños que han fallecido de cáncer, me tocó una de siete años, o una bebé de un año que tenía problemas en su corazón”.

Pero el caso más impactante, fue hace poco, una familia entera se mató en un accidente, incluidos varios niños. “Sus seres queridos me trajeron la ropa, incluso aún con las manchas de sangre y me dijeron así hazlos, queremos recordarlos con las últimas prendas que vistieron”. Expresó un poco conmovida.

También por Covid

Lamentable pero beneficiosamente, el trabajo ha aumentado desde que inició la pandemia, pues ante los miles de fallecimientos reportados por este padecimiento, casi el 80 por ciento de su trabajo es con prendas de personas que murieron por Covid-19, la mayoría, hombres.

El escuchar tantas historias, ha saturado en diversas ocasiones la mente y los sentimientos de la señora Yolanda, quien después tiene que sacar todo ese cúmulo de emociones con su esposo, a quien le cuenta lo que le comparten sus clientes.

Varios modelos

Aunque lo más solicitado son los ositos, también realiza perritos, conejos, elefantes, jirafas, dinosaurios, caballos y hasta unicornios. Cada uno personalizado y con su toque.

“A veces me traen telas muy difíciles y ya les digo si se puede usar o no. Algunas pueden llevar un forro, porque están muy desgastadas o el material es difícil de manejar. Llevan también bordado su nombre, el apodo o una frase que la persona decía mucho en vida, en ocasiones, me piden que les ponga un accesorio, por ejemplo si la persona usaba lentes, una bufanda, una boina, cualquier cosita, también se la agregamos o me traen dos prendas, me dicen con esta camisa hazme el osito y con esta hazle un chaleco, un traje, un gorro, lo que sea”.

El proceso

El primer paso, es hacer el corte de las telas, con moldes que ella misma hizo cuando inició en esto. Luego los cose, los rellena con wata, pega la cabeza con el cuerpo, manos y patitas y listo.

Aunque en cada osito se puede llevar menos de dos horas, debido a la alta demanda que tiene y para mayor facilidad, hace varios a la vez.

“Es muy raro que me pidan uno, porque por lo regular me piden varios, para darle a todos los familiares, a cada hijo o hermano, o cuando son aniversarios luctuosos, también piden muchos, el pedido más grande ha sido de 50 piezas”.

Yolanda comenta que ha establecido días y horarios para sus labores, un día se dedica a cortar, otro a rellenar y después a pegar o colocar detalles. Sus hijas, acuden cada sábado a ayudarle, aunque hubo un tiempo que tuvo que darle trabajo a más personas pues ella sola no se daba abasto.

Satisfacción

Cuando entrega el trabajo terminado y ve la reacción de las personas, le da mucha satisfacción.

“ven el muñeco, lo abrazan, lloran, me agradecen y se van muy contentas con sus ositos.

Además, de que es un trabajo bonito y de calidad, con buena hechura y que representa mucho sentimentalmente, es de precio accesible. Los costos son desde 130 el más pequeño hasta 250 el de tamaño Jumbo e incrementa el precio dependiendo de los accesorios y detalles que las personas quieran para cada uno de sus ositos. La única condición que pone, es que las prendas estén limpias y planchadas.

VIVA VOZ

“Me encanta esto que hago, comenzó como algo pequeño y después ya era una bola de nieve que no podía parar con tanto osito, es lamentable que para que yo pueda tener trabajo haya tenido que morir tanta gente, por eso le pongo mucho cariño”. Expresó Yolanda.

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