Mientras en Chile la gente marcha exigiendo más y mejores derechos, oportunidades y mejores pensiones entre otras cosas, Luis Muñoz, chileno radicado en León, sufre y siente impotencia a poco más de 7 mil kilómetros de su tierra por no poder unirse a su pueblo para ser parte de la historia.
Santiaguino, con 36 años de edad y prácticamente una vida hecha en suelo leonés, reconoce que las marchas, los militares en las calles, la represión, los choques, los saqueos, recuerdan al golpe de estado sufrido hace más de 30 años, por eso la furia, por eso el coraje.
“El chileno tiene esa costumbre o aprendimos mejor dicho, a través de todo lo que se vivió con el golpe militar, a no quedarse callado, aprendió a decir las cosas cuando nos molestan, cuando algo no nos parece, hemos aprendido a decirlo”, dice.
⬇️Da clic aquí⬇️
“El problema es que durante estos 30 años que tuvimos después de la dictadura se han ido haciendo modificaciones y hemos tenido que aguantar muchas cosas: pensiones bajas, no podemos optar por vivienda, no se puede optar para un beneficio de estudio”.
Y es que a comparación de lo que sucede en nuestro país, en Chile no se puede acceder a ninguna universidad gratuita; para estudiar hay que pagar; “la única manera de poder sobresalir con eso es endeudándose, la gente está muy endeudada en Chile por la misma razón”.
CRECEN CON EL GOLPE
La dictadura, el golpe de estado, están siempre presentes en la mente de los chilenos que no necesitan voltear a otro país para inspirarse en cuanto a aires de cambio se refiere. Las enseñanzas están en casa.
“Nosotros tenemos una cicatriz en la piel, de lo que fue todo el golpe militar, la dictadura, esa cicatriz se cerró pero sigue estando ahí, ahora con todo lo que se vivió por ejemplo de militares en la calle, el abuso de los carabineros, saqueos, todo eso, como que volvimos al pasado, tomaron esa misma herida y te la volvieron a abrir, y vuelve a salir todo lo que tenías guardado y cicatrizado”, dice.
Y sí, los recuerdos duelen, pero la distancia duele más; “primero dices: ‘yo tengo que estar allá’. Cómo me hubiera encantado ser parte de esta historia, haber sido parte del cambio. Se siente impotencia”, reconoce.
Pero no cruza los brazos; desde su trinchera, en su negocio de comida rápida chilena, atiende a sus clientes con una sonrisa y todo el ánimo posible, y cuando le preguntan sobre las marchas habla y cuenta cada detalle de lo que ocurre en su país. Detalla el hartazgo y aplaude el movimiento.
“Está toda mi familia allá; mis papás están preocupados, no se sabe cuándo se va a terminar, en qué va a terminar, y no le ven solución aunque ahora se ha calmado un poco; pero al momento de volver a hacer filas para comprar carne o entrar a un súper mercado, o tener que transportarse a pie porque el transporte público no está, realmente han batallado”, dice.
Pero la solidaridad con su país es total, no se pierde y no se olvida.
“Nosotros estamos con ellos, a pesar no estar físicamente, vamos compartiendo videos en redes sociales, vamos haciendo conciencia, nosotros aquí en el local tenemos esa posibilidad de poder conversar con la gente y hacerle entender cuál ha sido uno de los problemas y porqué estamos batallando con esto y porqué queremos hacer un cambio. Fuerza Chile, estamos con ustedes, no se rindan.
SE UNE LA COMUNIDAD
Aunque no están organizados en ninguna agrupación, los chilenos en León se han unido en más de una ocasión para hacerle frente a las protestas en su país con mensajes de apoyo y solidaridad.
Son entre 35 y 50 ciudadanos de Chile los que radican en León; “Todos los chilenos que estamos en el extranjero siempre estamos con la mente allá; siempre, incondicionalmente, los vamos a apoyar. No es una cosa de colores, de política o de partido, es una cosa de unión”, dice.