El Arzobispo de León , Alfonso Cortés Contreras destacó la importancia de la educación de las personas para dirigir su vida, hacer el bien a los demás y llevar una vida cristiana, “por eso cuando nosotros hablamos en la sociedad educar para la justicia, para la libertad, para la paz, ¿qué se está viviendo ahorita? uno ve las escenas de las pobres familias ucranianas, es un desastre, una tristeza para la humanidad que en el siglo XXI estemos pasando esos dolores y eso solamente es una parte”.
Durante la homilía celebrada el domingo, invitó a los fieles a estar al pendiente de las noticias y hacer oración en familia para que México tenga paz en Jesucristo, porque la educación es para la persona y ahí la responsabilidad de los padres de familia, la escuela, la Iglesia y el trabajo, para hacer el bien de los demás y ahí entrar a la vida cristiana.
Mencionó que vio una comparación de los 168 muertos que hubo en Ucrania debido a los bombazos de Rusia, contra México que en una semana hubo más de 100 vidas perdidas, pero es el ambiente en el que se vive por falta la paz, en primer lugar en el corazón.
“No puede haber una sociedad en paz, justa, educada, fraterna si nosotros no somos eso (…) esa es la esencia del evangelio”, recalcó.
En el campo de la educación todos son educadores, no sólo en las aulas, sino en la enseñanza y la vida de los maestros, que deben ser testimonio de vida, educadores de corazón con sus alumnos, transmitir el sentido de su propia existencia y también los conocimientos y la ciencia
“El discípulo no es mayor que el maestro, Dios, que aprendan de él que es manso y humilde de corazón, que la vida sea una escuela continua, de conocer a Dios y a la iglesia, las riquezas del tesoro de la palabra, del evangelio, de los sacramentos, de la vida de la iglesia”, aseguró.
Cuando el discípulo ha llegado a una madurez de conocer al maestro lo sigue por eso se debe ser misionero de Cristo, porque el conocimiento de la verdad y de la vida.
Por otro lado, habló de los dichos, de la sabiduría del pueblo, porque “un ciego no puede guiar a otros ciego, los dos van a caer a un pozo”, lo que se centra en la hipocresía y de la capacidad del ser humano de descubrir qué es verdad y que no.
“Habla de las cegueras que pueden ser cegueras espirituales, para saber ver qué es más profundo y lo que vale en la vida ordinaria”, explicó.
Reflexionen antes de hablar
recisó que en el libro de Sirácides del año 132 antes de Cristo, se habla de la importancia de ser prudentes al alabar a otra persona antes de escucharla, porque el que reflexiona dice cosas verdaderas, el que tiene sabiduría dice cosas que vale la pena escuchar, habla palabras que dan vida y no muerte.
“Eso para nosotros en la vida ordinaria, en la vida de la familia y de la iglesia, en la vida hoy tan nuestra que la tenemos en los huesos, en los medios de comunicación, del internet, de todos esos medios a través de los cuales corre la palabra y todo mundo puede decir lo que quiera, y ahí se necesita sabiduría, tener la capacidad de tener criterios para saber qué es la verdad y qué no”, continúo.
Es fácil decir una palabra destructiva para una persona y las cegueras van casi siempre acompañadas de la soberbia, de personas que no asumen la responsabilidad, “una persona doble, hipócrita como dice el evangelio, lo primero que hace es echarle la culpa a los demás y eso sucede todos los días de nuestra vida”, informó.
El Arzobispo dijo que del corazón salen las palabras y se puede saber la verdad cuando se escucha lo que una habla, piensa y siente. Y cuando no se trabaja en la verdad, no se reflexiona, se guarda silencio y se hace oración fácilmente se puede equivocar.
Una persona o una institución puede destruir a otro, por lo que se debe conducirse bajo la inteligencia humilde de una persona que entiende que la sabiduría viene de Dios, de la persona con un corazón honesto, que no tiene intereses dobles y que puede enseñar con su vida de frutos buenos.