León, Gto.- El policía Rodrigo Sosa Solís quien lleva diez años en la corporación, es un padre que da todo por ver sonreír a sus siete hijos, tres son biológicos y cuatro de corazón.
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Sus largas jornadas laborales recompensan el ver a sus hijos estudiar y cumplir sus sueños, para los niños su padre es un ejemplo a seguir por eso uno de ellos quiere continuar con su legado, ser policía.
“Es apasionante ser policía, mi profesión me ha dado todo lo que tengo, mi hijo Rodrigo también quiere trabajar en la corporación pero le digo que mejor estudie y se dedique a otra profesión porque no quiero que arriesgue su vida, en esto estamos en constante peligro y no quiero que me le vaya a pasar nada”.
El trabajar el Día el Padre como otras tantas fechas importantes ha obstaculizado que Ricardo Sosa, sus hijos y su pareja se pierdan de momentos únicos que ellos lo definen como irrepetible como lo son vacaciones, graduaciones y cumpleaños, sin embargo hacen todo lo posible para que el día de descanso del elemento aprovecharlo al cien por ciento para estar con su familia.
El regalo de ser padre
Ricardo se convirtió en papá a la edad de 18 años, su hijo Rodrigo Axel le cambió la vida, “Mi hijo fue un regalo de Dios, por primera vez encontré sentido a la vida, posteriormente llegaron mis otros hijos William Rafael y Ulises Israel quienes me impulsaron cambiar mi forma de vivir… ya no estaba solo, ahora tengo por quien luchar y ser mejor”.
Luego llegó una separación, el matrimonió no funcionó y llegó lo peor, tener que separarse de sus hijos, tras demandas para volverlos a ver, se llegó a un arreglo, actualmente puede convivir con su hijos y pasear con ellos.
Con el paso del tiempo conoció a Ana Lucía, ella tiene cuatro hijos, Aron Mendoza Lara, Kenia Escarlet, Axel Emmanuel y Christopher, su familia creció y rodeado de sus siete hijos es feliz.
“En un inicio lo más complicado fue que los niños convivieran y se vieran como hermanos, a veces había indiferencias pero Ana Lucía y yo jamás perdimos la comunicación, esto nos ayudó a buscar la forma de encontrar solución a pequeños detalles”.
El oficial Sosal con lágrimas en los ojos recuerda que siempre en su trabajo le ha gustado ser comprometido, pero hubo un día que por adrenalina no midió las consecuencias de sus actos y por poco pierde la vida, ese momento marcó su forma de vivir.
“No puedo imaginarme la vida sin mis hijos (suspira), un día hubo una persecución, acababan de asesinar a un hombre y los responsables huían en una camioneta, yo iba de copiloto, al escuchar sobre los hechos recuerdo que le dije al compañero que iba conduciendo la unidad, vete por el Malecón para llegar más pronto”.
“Sin querer, salimos por el bulevar por donde las personas huían, en ese momento sentí tanta adrenalina que le grité ¡ciérrale el paso, ciérrale el paso!, y él bloqueó una parte del bulevar y enojado le grité te dije que le cerraras el paso, al ver el rostro del otro policía me cayó el veinte, la camioneta circulaba a alta velocidad que si no hubiera frenado la patrulla seguramente hubiéramos volcado y muerto en un terrible accidente”.
En ese momento a Ricardo se le vinieron a la mente sus tres hijos y comenzó a llorar, ahora sabe que en su trabajo corre el riesgo de tener accidentes o incluso de perder la vida pero esta situación lo ayudó a ser prudente y tenerle respeto a su profesión.
Hasta ahora sigo recordando lo que sentí y jamás volvería arriesgar mi vida