Ser mamá y trabajar a la vez, es una labor de amor, así es como lo define Cecilia Torres Delgado quien a sus 70 años sigue trabajando como costurera, en un inicio para darles estudios a sus hijas y actualmente porque es el oficio que le ha dejado grandes experiencias.
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“Yo no voy a dejar de cocer hasta que me muera. Este trabajo me permitió siempre estar al tanto de mi hogar, de mi hijo, hijas y esposo y me ayudó a darles sus estudios”, comentó.
Doña Ceci trabaja en un espacio de aproximadamente de 2 y medio metros de ancho por tres y medio de largo, rodeada de bolsas con ropa para remendar, ya sea cierre, bastilla, por mencionar algunos siempre está acompañada de una televisión o una Alexa para realizar sus labores.
La historia de doña Ceci es de una mujer que desde niña tuvo la necesidad de trabajar para salir adelante, a los 12 años fungió en el papel de madre al cuidar a sus hermanas debido a que su madre Guadalupe estaba enferma, comenzó a hacer vestidos para vestir a sus hermanas y con el tiempo hizo vestidos de novia y de quinceañeras.
“Me gustaba mucho coser, fui la mayor de 7 hermanas y dos hermanos, pero mi mamá enfermaba mucho y no me pudieron dar estudios. Yo empecé haciendo vestidos de muñeca, luego mi mamá me ponía hacer remiendos y terminé vistiendo a mis hermanitas”, platicó.
“A los 15 años ya me gustaba la costura y como no estudio iba a los aparadores, observaba los vestidos y me los memorizaba, luego me iba en ese tiempo a una tienda que se llamaba Tiendas Guadalupe y compraba las tela, los adornos y hacia el vestido a mi medida, cuando lo terminaba me bañaba y me salía a la puerta y a mis primas le gustaba mi vestido, entonces se lo vendía. Al otro día veía otro vestido, lo hacía y fue de la manera que la gente se empezó a acercar a mí”.
Recordó que su hermana Guadalupe iba a cumplir 15 años y le pidió a su mamá que le dejara hacer su vestido, anteriormente los vestidos se bordaban a mano y compró chaquira y lentejuela para hacercelo a la moda, de ahí hizo los vestidos de novia de una de sus hermanas y su cuñada.
Costurera y madre a la vez
Al pasar el tiempo, formó una familia –cuatro mujeres y un hombre-, cuando nació su primer hija comenzó a vestirla y las personas le preguntaban dónde le había comprado la ropa a su bebé y cuando le decía que ella la hacía le decían que si les podía hacer vestidos similares, con el tiempo se fue aclientando.
En su oficio vio la oportunidad de tener un hogar al cual cuidar y a la vez tener tiempo para su hijos, platicando con su esposo José de Jesús le pidió que le comprara una máquina y fueron a Sears donde obtuvo el artificio que es donde actualmente sigue cociendo.
Para poder darles estudios a sus hijas en temporada de graduaciones llegaba a vestir de 4 o 5 grupos de diferentes escuelas de 50 a 80 niñas, cuando iban a ser la entrada a escuela realizaba los uniformes.
“Pero gracias a ello tuvieron estudio y sus fiestas mis hijas, mi esposo y yo nunca dejamos de trabajar. Sólo mi niña la mayor quiso seguir mis pasos y ella hace vestidito de Niño Dios y María Niña”.
“Para mí es un orgullo ser costurera porque mi trabajo me ha dado para gastos muy necesarios y ser madre es lo más hermoso porque adoro a mis hijos, es mi trabajo lo más preciado y gracias a ello he visto materializar mis sueños”.
Ceci ha hecho el vestido de todas sus hijas y nuera y el vestido de quince años de unas de sus nietas. A sus 70 años todavía tiene la vitalidad de una persona de 30 y aunque ahora solo se dedica a poner cierres, hacer bastillas y remiendos la siguen buscando por su calidad humana y su excelente trabajo.