León, Gto.- Originario del Barrio de San Juan de Dios, desde hace varios años, “El Bolis” es conocido desde hace casi 30 años en la zona centro de la ciudad y sus barrios aledaños. En sus años mozos, fue policía preventivo pero ahora es comerciante.
Su nombre es José Luis, tiene 60 años y vende guacamayas, duros y aguas frescas. Lamentablemente, sus ventas han caído desde el inicio de la contingencia sanitaria, derivada de la pandemia por el Covid-19.
Su día comienza a las seis de la mañana, prepara la salsa, compra los bolillos, hace el agua fresca y a las diez de la mañana, después de almorzar, sale de su casa de la colonia Lomas de la Piscina, para vender su producto hasta las seis de la tarde.
Recorre las calles de la ciudad, hasta llegar al Panteón de San Nicolás, que es donde permanece toda la tarde y a donde llegan a buscarlo obreros, vecinos y visitantes del panteón. Pero ahora, estos últimos no acuden debido a que las puertas del cementerio están cerradas.
Hace unos meses, “El Bolis” vendía entre 600 y 700 pesos diarios, pero ahora, solo alcanza a juntar 200 pesos. Lo cual le alcanza para comprar frituras y preparar un agua fresca.
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Tiene tres hijos, todos adultos, pero su hija de 20 años, tuvo que dejar sus estudios de fisioterapia en una universidad privada porque ya no tiene dinero para pagar la colegiatura. Sus otros dos hijos varones se quedaron sin empleo y se dedican a hacer otras cosas temporales para conseguir un poco de dinero.
“El Bolis”, fue uno de los comerciantes que se manifestaron la semana pasada a las afueras de la presidencia municipal, para pedir de manera pacífica que se les permita trabajar en el principal cuadro de la ciudad.