/ lunes 22 de agosto de 2022

“El dinero”: la verdad del crimen en El Calabozo hace 17 años

Dos menores de edad perdieron la vida en manos de sus familiares; una bruja los habría inducido para robarles lo que guardaban bajo los colchones

Pénjamo, GTO., (OEM-INFORMEX).- En Pénjamo todos recuerdan el crimen cometido el 5 de diciembre de 2005. A una bebé de seis meses y a una adolescente de 13 años sus familiares les arrebataron la vida. Una supuesta visión de la Virgen de Fátima fue el inicio del fin para los miembros de una familia que habitaba en la comunidad El Calabozo. Pero el origen del crimen fue otro, “el cochino dinero”, aseguran los penjamenses. A casi 17 años del hecho, por primera vez se habla del verdadero móvil del crimen. La principal responsable huyó.

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Hoy 22 de agosto es el Día Internacional en Conmemoración de las Víctimas de Actos de Violencia Basados en la Religión o la Creencia. Lo que pasó en El Calabozo, se creía, fue por cuestiones de religión y la supuesta aparición de la Virgen de Fátima a Amalia, quien fue identificada y juzgada como la autora material del hecho. 17 años después se da a conocer que el origen del “hechizo” fue para robar miles de pesos.

“Todo fue por dinero”, respondió un agente vial del municipio, quien se identificó como el oficial M., familiar lejano de los habitantes del Calabozo.

El Calabozo es una comunidad aislada de Pénjamo, ahí solo vivían miembros de la familia Pérez. La distancia y la desconfianza alimentada por la soledad y lejanía hicieron que el señor José Pérez Durán, cabeza de la familia, guardara todos sus ahorros bajo el colchón. El banco no era opción en un lugar donde el transporte público no se acerca ni poquito.

“Dicen que había más de un millón de pesos”, recordó el familiar lejano. Nadie sabe cómo la mujer que hacía brujería en el pueblo se enteró del guardadito de don José. Pero fue suficiente la información para que la hechicera armara un plan que llevara a la familia a la catarsis y terminaran matándose entre ellos. El objetivo, llevarse el dinero.

Sería suerte o destino, pero el andar de un vecino, de esos que pocas veces usaban el sendero más cercano al Calabozo, terminó con el martirio de los menores. Los gritos desgarradores que se escuchaban a lo lejos lo hicieron acercarse al lugar y ahí se encontró con la terrible escena. El cuerpo de una niña, atada de pies y manos que murió bajo una pesada piedra yacía al centro de una de las habitaciones. Estaba cubierta de cal. Los niños que aún vivían pidieron ayuda desesperados. Tenían miedo, seguían ellos según dijeron a las autoridades.

Cuando la emergencia fue atendida en la Sierra de Pénjamo, el frío de diciembre no daba no tregua. La escena no dejaba titiritar. Era imposible entender lo que había pasado. Y aún no encontraban el cuerpo de la segunda víctima, una bebé de seis meses que fue descuartizada. El llanto de la menor y el trance en el que se encontraba la familia, pero sobre todo las alucinaciones de Amalia, los hizo creer que la menor estaba poseída por algún demonio. Así encontró una bebé la muerte, luego la encostalaron.

Amalia y su familia ya llevaban varios días bajo las extrañas pócimas de la bruja del pueblo. No habían probado alimento, “porque la Virgen de Fátima les pidió orar”. En el lugar se localizaron tes de cocaína y marihuana que los hicieron alusionar, apuntó el oficial, haciendo alusión que la bruja se hizo pasar por la Virgen de Fátima ayudándose de las drogas.

"Cuando llegaron los compañeros encontraron el colchón volteado y mucho dinero tirado”, apuntó que la señora de la brujería ya no estaba en la escena, pero los familiares de don José sí, ocho adultos y 13 niñas y niños, de las cuales dos estaban muertas.

“La responsable huyó luego luego que la policía supo del caso, la bruja esa se fue de Pénjamo, la gente la anduvo buscando para lincharla”, dijo aún consternado el oficial.


Tres años después del hecho los ocho adultos fueron sentenciados a 27 y 55 años de cárcel. Pero solo dos aún están en prisión, el resto recuperó su libertad. Y los menores fueron resguardados por el estado.

Para llegar a la comunidad del Calabozo hay que caminar al menos unos 20 minutos. En la falda de la montaña aún sobreviven las ruinas de las tres casitas escena de un crimen atroz. Llegar a ellas no es fácil, y menos ahora que es propiedad privada. A unos 50 metros, cerca del riachuelo vive la única familia del lugar. Ahí ya nadie quiere hablar del crimen que hirió a la familia, pero en la cabecera de Pénjamo el repudió por la bruja que inició todo, no se olvida.

Todo por el cochino dinero, recuerdan tristes los penjamenses.

Pénjamo, GTO., (OEM-INFORMEX).- En Pénjamo todos recuerdan el crimen cometido el 5 de diciembre de 2005. A una bebé de seis meses y a una adolescente de 13 años sus familiares les arrebataron la vida. Una supuesta visión de la Virgen de Fátima fue el inicio del fin para los miembros de una familia que habitaba en la comunidad El Calabozo. Pero el origen del crimen fue otro, “el cochino dinero”, aseguran los penjamenses. A casi 17 años del hecho, por primera vez se habla del verdadero móvil del crimen. La principal responsable huyó.

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Hoy 22 de agosto es el Día Internacional en Conmemoración de las Víctimas de Actos de Violencia Basados en la Religión o la Creencia. Lo que pasó en El Calabozo, se creía, fue por cuestiones de religión y la supuesta aparición de la Virgen de Fátima a Amalia, quien fue identificada y juzgada como la autora material del hecho. 17 años después se da a conocer que el origen del “hechizo” fue para robar miles de pesos.

“Todo fue por dinero”, respondió un agente vial del municipio, quien se identificó como el oficial M., familiar lejano de los habitantes del Calabozo.

El Calabozo es una comunidad aislada de Pénjamo, ahí solo vivían miembros de la familia Pérez. La distancia y la desconfianza alimentada por la soledad y lejanía hicieron que el señor José Pérez Durán, cabeza de la familia, guardara todos sus ahorros bajo el colchón. El banco no era opción en un lugar donde el transporte público no se acerca ni poquito.

“Dicen que había más de un millón de pesos”, recordó el familiar lejano. Nadie sabe cómo la mujer que hacía brujería en el pueblo se enteró del guardadito de don José. Pero fue suficiente la información para que la hechicera armara un plan que llevara a la familia a la catarsis y terminaran matándose entre ellos. El objetivo, llevarse el dinero.

Sería suerte o destino, pero el andar de un vecino, de esos que pocas veces usaban el sendero más cercano al Calabozo, terminó con el martirio de los menores. Los gritos desgarradores que se escuchaban a lo lejos lo hicieron acercarse al lugar y ahí se encontró con la terrible escena. El cuerpo de una niña, atada de pies y manos que murió bajo una pesada piedra yacía al centro de una de las habitaciones. Estaba cubierta de cal. Los niños que aún vivían pidieron ayuda desesperados. Tenían miedo, seguían ellos según dijeron a las autoridades.

Cuando la emergencia fue atendida en la Sierra de Pénjamo, el frío de diciembre no daba no tregua. La escena no dejaba titiritar. Era imposible entender lo que había pasado. Y aún no encontraban el cuerpo de la segunda víctima, una bebé de seis meses que fue descuartizada. El llanto de la menor y el trance en el que se encontraba la familia, pero sobre todo las alucinaciones de Amalia, los hizo creer que la menor estaba poseída por algún demonio. Así encontró una bebé la muerte, luego la encostalaron.

Amalia y su familia ya llevaban varios días bajo las extrañas pócimas de la bruja del pueblo. No habían probado alimento, “porque la Virgen de Fátima les pidió orar”. En el lugar se localizaron tes de cocaína y marihuana que los hicieron alusionar, apuntó el oficial, haciendo alusión que la bruja se hizo pasar por la Virgen de Fátima ayudándose de las drogas.

"Cuando llegaron los compañeros encontraron el colchón volteado y mucho dinero tirado”, apuntó que la señora de la brujería ya no estaba en la escena, pero los familiares de don José sí, ocho adultos y 13 niñas y niños, de las cuales dos estaban muertas.

“La responsable huyó luego luego que la policía supo del caso, la bruja esa se fue de Pénjamo, la gente la anduvo buscando para lincharla”, dijo aún consternado el oficial.


Tres años después del hecho los ocho adultos fueron sentenciados a 27 y 55 años de cárcel. Pero solo dos aún están en prisión, el resto recuperó su libertad. Y los menores fueron resguardados por el estado.

Para llegar a la comunidad del Calabozo hay que caminar al menos unos 20 minutos. En la falda de la montaña aún sobreviven las ruinas de las tres casitas escena de un crimen atroz. Llegar a ellas no es fácil, y menos ahora que es propiedad privada. A unos 50 metros, cerca del riachuelo vive la única familia del lugar. Ahí ya nadie quiere hablar del crimen que hirió a la familia, pero en la cabecera de Pénjamo el repudió por la bruja que inició todo, no se olvida.

Todo por el cochino dinero, recuerdan tristes los penjamenses.

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