Lo único claro que tiene el ser humano es que tarde o temprano morirá, teniendo en mente que descansará de toda problemática que lo aquejó durante el transcurso del tiempo, sin embargo esto no es así, pues para muchos el morir se convierte en una carga económica que golpea fuertemente a la familia.
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Y es que, así como en vida la persona puede darse el lujo de comprar un automóvil austero, hasta el más equipado, muriendo también puede optar entre una ceremonia fúnebre sencilla, hasta aquella en la que se incluya un ataúd importado y reforzado.
La muerte se ha convertido, para muchos, en un jugoso negocio, al que tarde o temprano la gente tiene que acudir; aunque para todo hay mercado y la decisión recae en la familia del difunto o en este mismo, quien en muchos de los casos se previene con la compra de todos los servicios.
Las funerarias brindan todo un servicio, ya depende de la elección del ataúd que este tenga modificaciones en su costo, pues los hay desde lámina, madera que eleva su precio y aquellos de metal reforzado que son traídos de Estados Unidos, incluso cuentan con llave en sus puertas; el costo del paquete puede ir de los 18 mil pesos a los 70 mil pesos, en cuestión de urnas para cremación los costos se mantienen en el mismo rango.
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El servicio incluye inhumación o cremación, velas, base para el ataúd, embalsamiento del cuerpo y los trámites a realizar ante la autoridad municipal, en caso de que la velación no se realice en casa, la renta de capilla va de los 4 mil a 6 mil pesos; algunas de las funerarias suelen cobrar por kilometraje el traslado del cuerpo, cifra que suele ser engañosa para el cliente.
Incluso para depositar el cuerpo de un difunto en un panteón público, es necesario pagar algunos servicios, los cuales pueden ser aproximadamente 8 mil pesos y si los restos descansarán en gavetas en panteón o templo, estas pueden cotizarse hasta en 16 mil pesos, con capacidad hasta para seis personas incineradas.
Si la persona o la familia deciden adquirir un terreno para que descansen los restos bajo la tierra, estos pueden llegar a cotizarse hasta en 120 mil pesos, pues depende del espacio, habiendo con capacidad para 2, 4 o seis cuerpos. Otras personas deciden la construcción de nichos, pequeñas edificaciones que se realizan sobre el espacio donde fue sepultada una persona, dedicada especialmente a algún santo y con imágenes de la persona fallecida.
En caso de inclinarse por algo más tradicional o austero, hay la posibilidad de mandar construir una lápida, las cuales tienen costos que van de los 2,250 pesos a los 5,900 pesos, la económica construida en granillo y la más lujosa en mármol y con detalles en la inscripción del nombre, alguna frase y fechas de la persona.
Ante el alto costo que implica el despedir a un ser querido, varias personas han optado por contratar paquetes que incluyen todos los servicios básicos, donde las funerarias pueden otorgar promociones que van hasta meses sin intereses, aunque desde el momento de liquidar el servicio hasta ser ocupado, su costo pudiera sufrir incrementos y actualizaciones en base a la inflación, lo que en ocasiones puede ser molesto para los deudos.
Hoy en día hay otro mecanismo para absorber estos gastos que muchas veces llegan como imprevisto y es la posibilidad de ingresar a una cooperativa, donde el cliente paga una cantidad mínima mensual y en el primer año, por cada servicio fúnebre se le cobra una cuota, similar a un deducible en las compañías de seguros; conforme pasan los años esta cantidad va reduciéndose hasta desaparecer.
Caro o barato, lo cierto es que la muerte se ha convertido en un negocio del que varias familias obtienen un sustento y el mercado intenta ofrecer opciones para la población de todos los niveles socioeconómicos.