Los investigadores Edén Morales Narváez del Centro de Investigaciones en Óptica (CIO), responsable del proyecto en colaboración con Josué D. Mota Morales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), publicaron un artículo en la prestigiada revista Matter (Cell Press) en el que destacan la importancia y los retos en tecnologías “verdes”. Buscan crear dispositivos basados en materiales innovadores como la celulosa de plantas, algunos hongos y la cáscara de crustáceos como los camarones, con la infinidad de lograr aplicaciones, por ejemplo para la prevención de los contagios por Covid-19 y la conservación de alimentos.
Edén originario de Ciudad de México y Josué es de San Miguel de Allende, ambos tienen una visión basada en la sostenibilidad, y por lo tanto en tecnologías “verdes”, con materiales del futuro que no son contaminantes, biodegradables y de bajo costo.
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“Estamos haciendo dispositivos de nanocelulosa, de nanopapel, material que crece a partir de un cultivo bacteriano, una especie de película (...) y a partir de esto hacemos modificaciones de este material, le dotamos de diferentes propiedades ópticas, químicas o eléctricas”, explicó Morales Narváez,
Entre otros dispositivos trabajan en un sensor de exposición ultravioleta, para alertar al usuario sobre la radiación solar y evitar por ejemplo lesiones de piel como cáncer. A través de éstos podrían anticipar un fenómeno de tipo pandémico, si están conectados al respectivo smartphone para monitorear la temperatura de muchas personas en una determinada región.
Mimetizan la naturaleza y la mejoran
“Durante muchos años, la humanidad se esforzó por hacer materiales que duren mucho como vidrio, cerámica y el petróleo (...) el problema es que no pensamos que iban a durar tanto”, comentó Mota Morales
Actualmente hay sobreproducción de objetos de uso cotidiano, pero hay tecnologías para poder reciclarlos, lo que causa enfermedades y calentamiento global, hay falta de recursos en ciertas partes y todo es una cadena.
“Necesitamos voltear a ver a la naturaleza, cómo transformar de manera que sea útil, pero que después de un tiempo de vida regrese con el menor impacto al ambiente y a la salud de los usuarios”, informó.
Los investigadores no sólo quieren mimetizar lo que hace la naturaleza sino combinarlo con propiedades que los elementos naturales no tienen. Trabajan en materiales que pueden estirarse mucho como la piel y que conducen la electricidad, que tengan nanopartículas que les indiquen qué pasa en el lugar donde está el mismo, sea una herida o través de un parche que indique si los niveles de glucosa.
Dispositivos que “escanean” la salud
Pueden obtener materiales que sean adhesivos a la piel, no tóxicos ni invasivos y que reaccionen con alguna sustancia que indique cuál es la salud del paciente. Que hagan un “escaneo” antes de ir al médico “esos materiales podrían tener sistemas de que una vez que detecten un cambio en algo liberen un elemento terapéutico, un fármaco, un antibiótico”, comentó Mota Morales.
En el tema de alimentos, cuando son perecederos se podrían conservar en empaques inteligentes, basados en moléculas que existan en la naturaleza, que no sean tóxicas y que indiquen por una respuesta visual, que está cercano a echarse a perder, para trasladarse a lugares lejanos y se mantengan en buen estado por más tiempo.
Ambos coinciden que estas investigaciones estarían a prueba por años, sobre todo si se traba de la salud y consumo humano, para asegurarse de que efectivamente no son tóxicos, que sí funcionan, entre otras cosas.
Los doctores saben que compiten con colegas de otros países y se sienten orgullosos de lo que han hecho, porque en México aunque hay carencias, hay capacidad.