León, Gto.- (OEM-Informex).- El doctor Ignacio Prieto nació en 1872 en León, Guanajuato y es orgullo de esta ciudad por las aportaciones que hizo sobre el tifo.
De acuerdo con documentos del Archivo Histórico Municipal de León, el médico fue alumno del Seminario Conciliar Tridentino de León, en los días del Protobispo Sollano, quien presentó un descubrimiento del microbio del tifo a la Escuela Nacional de Medicina en México, en 1906.
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Los experimentos del doctor Ignacio Prieto llamaron la atención en esa época por lo que la docta corporación lo sujetó a dictamen de dos notables bacteriologistas, el doctor Gaviño, entonces director del Instituto Bacteriológico y el doctor Hurtado, miembro distinguido de ese lugar.
Gaviño combatió rudamente al doctor Prieto con ataques crueles y de no de buena fe, lo que se consideró como envidia profesional que malograba muchos trabajos y mataba el entusiasmo tan necesario del estudio de enfermedades como la tifo.
Para fortuna del doctor Prieto la Escuela Nacional de Medicina se mantuvo imparcial y lo alentó a que prosiguiera con sus interesantes estudios sobre una enfermedad que había cobrado muchas víctimas.
El doctor Prieto fue estudiante del Seminario de León, donde estuvo cinco años preparatorios y en 1882 se fue a la Ciudad de México para cursar Medicina, donde también ejerció su profesión consagrada en el estudio de la ciencia y de la humanidad.
El tifo en León
En 1911, León padeció la epidemia de viruela y de colorín, pero entre octubre de 1915 y marzo de 1917, llegó una más con el contagioso tifo. El periódico “Actualidades”, el 25 de septiembre de 1916 informaba “Son ya insuficientes los sepultureros que prestan sus servicios en el panteón municipal”.
El registro civil anotó del 19 al 24 de septiembre de 1916, 48 nacimientos y 308 defunciones; del 26 al 30 del mismo mes, 40 partos y 228 decesos.
Por razones de higiene, el 28 de esa treintena se cerraron los templos, teatros y cines; al día siguiente se informaba que se tiraba basura y animales muertos hasta en las calles más céntricas y que el cauce del río estaba lleno de ropa, colchones y petates de tifosos.