En un escenario económico donde el dólar ha caído por debajo de los 15.90 pesos, Don Lucho, un productor de aguacate de Duarte, uno de los municipios más receptores de remesas del país. Está enfrentando pérdidas significativas. El cambio de moneda ha afectado drásticamente a productores como él, que dependen en gran medida de los movimientos internacionales en dólares con sus proveedores en Estados Unidos, Rusia y China.
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Don Lucho posee dos hectáreas de plantaciones de aguacate. Cada uno de sus árboles produce en promedio una caja de 20 aguacates. Los vende a sus compradores a 40 pesos el kilo, mientras que en los mercados y supermercados, el precio de un kilo de aguacate nunca baja de los 100 pesos.
“Estoy sufriendo pérdidas de más de 100,000 pesos al año desde que el dólar comenzó a bajar”, lamenta Don Lucho. A medida que el dólar cae, también lo hacen sus ganancias, puesto que una gran parte de su ingreso proviene de pagos internacionales en dicha moneda.
Además de sus pérdidas monetarias, Don Lucho también enfrenta un dilema de tiempo. La próxima cosecha de aguacate no llegará hasta marzo de 2024, y hasta entonces, debe soportar los gastos de mantenimiento de sus cultivos. Como resultado, Don Lucho ha tenido que encontrar trabajo en los Estados Unidos para compensar sus pérdidas.
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“En Estados Unidos puedo hacer unos 600 dólares a la semana, algo que nunca lograría aquí, especialmente ahora que el dólar está en 16”, dice Don Lucho. Pero incluso con estos ingresos adicionales, se enfrenta al problema de la conversión de la moneda. “Ya que viajo mucho, no me conviene traer dólares a casa, ya que no rinden tanto”, añade.
Este escenario no es exclusivo de Don Lucho. Otros residentes de Duarte que también reciben ingresos en dólares se enfrentan al mismo dilema. La caída en el valor del dólar los está obligando a buscar nuevas formas de ahorrar o incluso a buscar casas de cambio que puedan ofrecerles una tasa más alta.
En resumen, el impacto de la caída del dólar se extiende más allá de las simples cifras económicas. Para productores como Don Lucho, representa un desafío a su medio de vida y una prueba de su capacidad para adaptarse y sobrevivir en un entorno económico cada vez más volátil. Y para la comunidad de Duarte, es un recordatorio de cómo las fluctuaciones monetarias internacionales pueden llegar hasta sus propios bolsillos.