/ martes 22 de agosto de 2023

La curtiduría: oficio de más de 300 años en el Barrio Arriba

Emma Gabriela Falcón Hernández, Juan Fernando Barrón y Adolfo Menchaca tienen cosas en común, todos nacieron en Barrio Arriba

León Gto.- Emma Gabriela Falcón Hernández, Juan Fernando Barrón y Adolfo Menchaca tienen cosas en común, todos nacieron en Barrio Arriba y además que todos se dedican o se dedicaron por muchos años al negocio de la curtiduría. Hoy comparten un poco de su historia dentro de este noble negocio y estilo de vida.

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Como muchos leoneses saben, esta práctica nació en el famoso barrio, donde se tienen registros dentro del Archivo Histórico Municipal de León (AHML), que tras la fundación de la Villa de León el 20 de enero de 1576, los barrios como San Miguel, El Coecillo y Barrio Arriba agrupó a los negros y mulatos.

Estos últimos se enfocaron en la agricultura, la ganadería, el comercio y la manufactura, por lo que durante el siglo XIX la industria textil y del cuero experimentaron una transformación que sería determinante para el desarrollo de León.

“En el Barrio Arriba, según la vieja tradición, se instalaron pequeños talleres de curtiduría y zapatería, desde el siglo XVI. La instalación de talleres de curtiduría en esta zona se puede inferir al paso del arroyo Machigües (actualmente Malecón del Río), pues durante el proceso de los cueros el agua es de suma importancia”, menciona la revista Tiempos número 48, que habla de la evolución histórica de la curtiduría en León.

MUJERES LLEGAN A LA CURTIDURÍA

Emma Gabriela Falcón Hernández, es licenciada en administración de empresas por La Salle Bajío, además estudió la maestría en Desarrollo Organizacional por la Universidad de León y actualmente se encuentra realizando un doctorado en Ciencias del Desarrollo Humano en la UNIVA, donde realiza su tesis con el tema: "Las identidades de las y los ciudadanos en el Barrio Arriba y después de la reubicación de las tenerías, su identidad actual".

Ella es cuarta generación curtidora, una profesión que nació desde su bisabuelo Pedro Falcón, seguida de su abuelo Narciso Falcón y posteriormente heredado a su padre Lorenzo Falcón Ruiz, este último logró ser presidente de la Cámara de la Curtiduría, esto durante la generación de oro de esta.

Emma Falcón, por el simple hecho de ser mujer en un gremio en que sólo se encontraban y era de hombres, se enfrentó a muchos retos y dificultades que hoy en día son fruto de su éxito.

"La curtiduría viene desde mi bisabuelo, ahora mis hijos ya son quinta generación y a pesar de que son arquitectos, también están dentro del gremio curtidor, anteriormente era un trabajo netamente de hombres y sobre todo en la Cámara de la Curtiduría, fue difícil a lo que me tuve que enfrentar, pero ahora ya es cada vez más común que las mujeres estén dentro del negocio trabajando", relató.

"Fue ir tejiendo, fue un reto porque uno va abriendo camino, recuerdo que luego de estudiar Administración de Empresas y antes de egresar, mi madre me pidió ayudar a mi papá en el negocio, pero mi papá no quería, fue luchar con la familia, fue difícil porque no querían que una mujer les diera órdenes", agregó.

Una vez que con mucho esfuerzo, comunicación y tras realizar las tareas más pesadas en el área de producción, poco a poco se ganó el puesto y respeto de cada una de las personas que posteriormente llegaron a ser su segunda familia.

Esto a su vez provocó que la tenería se potencializará, misma que desde aquel entonces a la fecha, aun con sus altas y bajas, sigue siendo un motor económico no sólo para Emma, sino para cada uno de los trabajadores dentro del gremio.

También puedes leer: Conoce el faro que fue construido como guía de los arrieros mineros

VIDA CURTIDORA

En exclusiva para Organización Editorial Mexicana, Juan Fernando Barrón Chávez, quien es dueño de una curtiduría que actualmente se encuentra en Barrio Arriba, comentó que él y sus tres hermanos crecieron en el negocio, sin embargo, sólo dos continuaron en esta noble tradición.

“Yo en esta curtiduría tengo aproximadamente toda mi vida, siempre he estado en esto, desde mi abuelo, soy tercera generación, mi papá duró 50 años y yo desde que tengo uso de razón, más o menos 35 años”, comentó Juan Fernando.

Juan Fernando Barrón Chávez

HISTORIA

Aunque no conoció a su abuelo debido a que su papá se quedó sin su progenitor a la edad de 12 años, con siete hermanos más chicos que él, el padre de Juan Fernando y su abuela paterna, se hicieron cargo del negocio y de la familia, esta última se dedicó al negocio, el cual se encontraba en la parte trasera de la casa, es decir, en el patio.

“Todos mis tíos, mi papá siguieron trabajando, de allí mis tíos fueron tomando profesiones como doctores y licenciados, todo fue con la ayuda de mi papá y mi abuela que sacaron adelante a la familia”, recordó el empresario.

Relató que anteriormente era muy común que en las casas en la parte de atrás se encontrarán las tenerías, así mismo, recordó que todo el tiempo de niñez se la pasaba jugando con sus primos entre las pieles.

“Algo que recuerdo mucho es que yo y mis primos siempre jugábamos entre las pieles mientras los adultos trabajaban, pero cuando daba el olor a los frijoles y uno jugando o trabajando atrás, nos decían: vamos con la abuela por unos taquitos de frijoles. Era un ambiente muy familiar, me decían que me tomaba mi biberón y me dormía en el recorte”, mencionó Juan Fernando.

Adolfo Menchaca

Así mismo, indicó que la curtiduría es un negocio muy noble, ya que a pesar de estar en tiempos difíciles, siempre hay ganancia para todo, en ocasiones sin tener que trabajar todo el año, puesto que han presentado años en que solo se trabaja de cinco a seis meses y se genera la ganancia para todo el año.

“Estar en el negocio a pesar de los años es una gran alegría, pero al mismo tiempo nostalgia, porque al pasar de los años esto va como decayendo, si ves aquí el barrio ya se ve muy abandonado, a como se miraba en años anteriores, aquí era un mundo de gente, el mercado, bancos, todo era muy bonito y ahorita como que todo está decayendo”, agregó.

LLEGADA DE LO SINTÉTICO

Juan Fernando, dentro de su experiencia de varios años, observó cómo todo comenzó a decaer una vez que el sintético comenzó a utilizarse desde bolsas hasta el calzado, por lo que el trabajo y a su vez las ganancias de este, ya no son las mismas; aunque en reiteradas ocasiones se ha señalado por empresarios y algunos titulares de dependencias que la curtiduría ha cambiado y ahora estas pieles son mayormente utilizadas en la industria automotriz y aeroespacial.

Aunque el empresario reconoció este cambio y señaló que es muy buena oportunidad de crecimiento, destacó que no todos tienen la posibilidad de adentrarse a esta nueva industria, ya que es necesario invertir en infraestructura mucho más grande, para poder aspirar a que sus pieles puedan llegar a esos niveles, por el hecho de que los negocios medianos o pequeños el llegar a la industria automotriz o de muebles es mucho más costoso.

“Actualmente, sobrevivimos con lo nacional, lo que es el zapato, la marroquinería, bolsas, chamarra, huarache, todavía hay mucho cliente, pero si se ve una diferencia enorme a hace diez años, es totalmente diferente”, mencionó.

UTILIZA SUS 5 SENTIDOS

“A mí me gusta hacer todo, todos los procesos, hasta los aromas, que a veces pasa la gente y dice que huele muy feo, uno nació aquí y para mí son aromas muy normales, pero para mí gustarme, gustarme, es jugar con los cueros, con el proceso, que le falta, que le sobra. A mí me enseño un señor, desde el momento que uno toca el cuero, el aroma, debe de utilizar todos los sentidos, puedo conocer la piel de calidad, con tocarla, con su olor; puedo conocer qué le falta, que le sobra, si le falta un rendido, si le falta ácido, le falta aceite, le falta lo que sea, tuve un gran maestro, que en paz descanse, Don Rubén”, comentó Juan Fernando.

En la actualidad, el cómo se llevan a cabo los procesos han ido evolucionando y cambiando, sobre todo en la mancha urbana, donde ya sólo se realice el remojo, el engrase o Wet Blue, los acabados, es decir, el terminado de la piel, ya que el pelambre y los curtidos se realizan a la salida a San Francisco del Rincón o rumbo a Santa Rosa de Lima.

MÁS DE 50 AÑOS DE TRABAJO EN CURTIDURÍA

Adolfo Menchaca conocido en el barrio como “Fito”, tienen 68 años de edad y desde hace más de 50 años trabaja con la familia de Juan Fernando Barrón, él comenzó desde que el papá de Fernando tenía su curtiduría, y todo inició luego de trabajar en una imprenta que era atendida por su propia familia, al salir a buscar otro trabajo descubrió la curtiduría y desde aquel entonces no para de trabajar.

“Yo empecé allí en un patio con más chavos, allí había mucho trabajo, mi papá me dijo que me pusiera ayudar a los chavos y yo dije bueno. Antes le ayudaba a mi papá, pero me salí y caí en la curtiduría, ahora los procesos son más sencillos, antes era más esfuerzo físico, era muy pesado”.

Lo que más le gusta hacer a “Fito” son los acabados, además se refiere a todos sus compañeros de trabajo como una familia, con la que ha generado grandes lazos de amistad a lo largo del tiempo.

Yo aquí me quedó, a ver hasta qué horas me corren o me aguantan dijo Adolfo entre risas.

Aunque no todo es felicidad, ya que algo que no ha podido olvidar son aquellos accidentes que dejaron marca no solo físicamente, sino en su vida, porque “Fito” en un día como cualquier otro perdió uno de sus dedos, luego que este se atoró en una banda de la máquina de pulir.

“Ya me pasó esto, ya ni modo, pero nos gusta estar aquí de todos modos, porque tengo recuerdos felices, la amistad y el cariño de mis compañeros que he tenido, la convivencia, es casi mi familia, estamos de aquí para allá”, finalizó.

León Gto.- Emma Gabriela Falcón Hernández, Juan Fernando Barrón y Adolfo Menchaca tienen cosas en común, todos nacieron en Barrio Arriba y además que todos se dedican o se dedicaron por muchos años al negocio de la curtiduría. Hoy comparten un poco de su historia dentro de este noble negocio y estilo de vida.

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Como muchos leoneses saben, esta práctica nació en el famoso barrio, donde se tienen registros dentro del Archivo Histórico Municipal de León (AHML), que tras la fundación de la Villa de León el 20 de enero de 1576, los barrios como San Miguel, El Coecillo y Barrio Arriba agrupó a los negros y mulatos.

Estos últimos se enfocaron en la agricultura, la ganadería, el comercio y la manufactura, por lo que durante el siglo XIX la industria textil y del cuero experimentaron una transformación que sería determinante para el desarrollo de León.

“En el Barrio Arriba, según la vieja tradición, se instalaron pequeños talleres de curtiduría y zapatería, desde el siglo XVI. La instalación de talleres de curtiduría en esta zona se puede inferir al paso del arroyo Machigües (actualmente Malecón del Río), pues durante el proceso de los cueros el agua es de suma importancia”, menciona la revista Tiempos número 48, que habla de la evolución histórica de la curtiduría en León.

MUJERES LLEGAN A LA CURTIDURÍA

Emma Gabriela Falcón Hernández, es licenciada en administración de empresas por La Salle Bajío, además estudió la maestría en Desarrollo Organizacional por la Universidad de León y actualmente se encuentra realizando un doctorado en Ciencias del Desarrollo Humano en la UNIVA, donde realiza su tesis con el tema: "Las identidades de las y los ciudadanos en el Barrio Arriba y después de la reubicación de las tenerías, su identidad actual".

Ella es cuarta generación curtidora, una profesión que nació desde su bisabuelo Pedro Falcón, seguida de su abuelo Narciso Falcón y posteriormente heredado a su padre Lorenzo Falcón Ruiz, este último logró ser presidente de la Cámara de la Curtiduría, esto durante la generación de oro de esta.

Emma Falcón, por el simple hecho de ser mujer en un gremio en que sólo se encontraban y era de hombres, se enfrentó a muchos retos y dificultades que hoy en día son fruto de su éxito.

"La curtiduría viene desde mi bisabuelo, ahora mis hijos ya son quinta generación y a pesar de que son arquitectos, también están dentro del gremio curtidor, anteriormente era un trabajo netamente de hombres y sobre todo en la Cámara de la Curtiduría, fue difícil a lo que me tuve que enfrentar, pero ahora ya es cada vez más común que las mujeres estén dentro del negocio trabajando", relató.

"Fue ir tejiendo, fue un reto porque uno va abriendo camino, recuerdo que luego de estudiar Administración de Empresas y antes de egresar, mi madre me pidió ayudar a mi papá en el negocio, pero mi papá no quería, fue luchar con la familia, fue difícil porque no querían que una mujer les diera órdenes", agregó.

Una vez que con mucho esfuerzo, comunicación y tras realizar las tareas más pesadas en el área de producción, poco a poco se ganó el puesto y respeto de cada una de las personas que posteriormente llegaron a ser su segunda familia.

Esto a su vez provocó que la tenería se potencializará, misma que desde aquel entonces a la fecha, aun con sus altas y bajas, sigue siendo un motor económico no sólo para Emma, sino para cada uno de los trabajadores dentro del gremio.

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VIDA CURTIDORA

En exclusiva para Organización Editorial Mexicana, Juan Fernando Barrón Chávez, quien es dueño de una curtiduría que actualmente se encuentra en Barrio Arriba, comentó que él y sus tres hermanos crecieron en el negocio, sin embargo, sólo dos continuaron en esta noble tradición.

“Yo en esta curtiduría tengo aproximadamente toda mi vida, siempre he estado en esto, desde mi abuelo, soy tercera generación, mi papá duró 50 años y yo desde que tengo uso de razón, más o menos 35 años”, comentó Juan Fernando.

Juan Fernando Barrón Chávez

HISTORIA

Aunque no conoció a su abuelo debido a que su papá se quedó sin su progenitor a la edad de 12 años, con siete hermanos más chicos que él, el padre de Juan Fernando y su abuela paterna, se hicieron cargo del negocio y de la familia, esta última se dedicó al negocio, el cual se encontraba en la parte trasera de la casa, es decir, en el patio.

“Todos mis tíos, mi papá siguieron trabajando, de allí mis tíos fueron tomando profesiones como doctores y licenciados, todo fue con la ayuda de mi papá y mi abuela que sacaron adelante a la familia”, recordó el empresario.

Relató que anteriormente era muy común que en las casas en la parte de atrás se encontrarán las tenerías, así mismo, recordó que todo el tiempo de niñez se la pasaba jugando con sus primos entre las pieles.

“Algo que recuerdo mucho es que yo y mis primos siempre jugábamos entre las pieles mientras los adultos trabajaban, pero cuando daba el olor a los frijoles y uno jugando o trabajando atrás, nos decían: vamos con la abuela por unos taquitos de frijoles. Era un ambiente muy familiar, me decían que me tomaba mi biberón y me dormía en el recorte”, mencionó Juan Fernando.

Adolfo Menchaca

Así mismo, indicó que la curtiduría es un negocio muy noble, ya que a pesar de estar en tiempos difíciles, siempre hay ganancia para todo, en ocasiones sin tener que trabajar todo el año, puesto que han presentado años en que solo se trabaja de cinco a seis meses y se genera la ganancia para todo el año.

“Estar en el negocio a pesar de los años es una gran alegría, pero al mismo tiempo nostalgia, porque al pasar de los años esto va como decayendo, si ves aquí el barrio ya se ve muy abandonado, a como se miraba en años anteriores, aquí era un mundo de gente, el mercado, bancos, todo era muy bonito y ahorita como que todo está decayendo”, agregó.

LLEGADA DE LO SINTÉTICO

Juan Fernando, dentro de su experiencia de varios años, observó cómo todo comenzó a decaer una vez que el sintético comenzó a utilizarse desde bolsas hasta el calzado, por lo que el trabajo y a su vez las ganancias de este, ya no son las mismas; aunque en reiteradas ocasiones se ha señalado por empresarios y algunos titulares de dependencias que la curtiduría ha cambiado y ahora estas pieles son mayormente utilizadas en la industria automotriz y aeroespacial.

Aunque el empresario reconoció este cambio y señaló que es muy buena oportunidad de crecimiento, destacó que no todos tienen la posibilidad de adentrarse a esta nueva industria, ya que es necesario invertir en infraestructura mucho más grande, para poder aspirar a que sus pieles puedan llegar a esos niveles, por el hecho de que los negocios medianos o pequeños el llegar a la industria automotriz o de muebles es mucho más costoso.

“Actualmente, sobrevivimos con lo nacional, lo que es el zapato, la marroquinería, bolsas, chamarra, huarache, todavía hay mucho cliente, pero si se ve una diferencia enorme a hace diez años, es totalmente diferente”, mencionó.

UTILIZA SUS 5 SENTIDOS

“A mí me gusta hacer todo, todos los procesos, hasta los aromas, que a veces pasa la gente y dice que huele muy feo, uno nació aquí y para mí son aromas muy normales, pero para mí gustarme, gustarme, es jugar con los cueros, con el proceso, que le falta, que le sobra. A mí me enseño un señor, desde el momento que uno toca el cuero, el aroma, debe de utilizar todos los sentidos, puedo conocer la piel de calidad, con tocarla, con su olor; puedo conocer qué le falta, que le sobra, si le falta un rendido, si le falta ácido, le falta aceite, le falta lo que sea, tuve un gran maestro, que en paz descanse, Don Rubén”, comentó Juan Fernando.

En la actualidad, el cómo se llevan a cabo los procesos han ido evolucionando y cambiando, sobre todo en la mancha urbana, donde ya sólo se realice el remojo, el engrase o Wet Blue, los acabados, es decir, el terminado de la piel, ya que el pelambre y los curtidos se realizan a la salida a San Francisco del Rincón o rumbo a Santa Rosa de Lima.

MÁS DE 50 AÑOS DE TRABAJO EN CURTIDURÍA

Adolfo Menchaca conocido en el barrio como “Fito”, tienen 68 años de edad y desde hace más de 50 años trabaja con la familia de Juan Fernando Barrón, él comenzó desde que el papá de Fernando tenía su curtiduría, y todo inició luego de trabajar en una imprenta que era atendida por su propia familia, al salir a buscar otro trabajo descubrió la curtiduría y desde aquel entonces no para de trabajar.

“Yo empecé allí en un patio con más chavos, allí había mucho trabajo, mi papá me dijo que me pusiera ayudar a los chavos y yo dije bueno. Antes le ayudaba a mi papá, pero me salí y caí en la curtiduría, ahora los procesos son más sencillos, antes era más esfuerzo físico, era muy pesado”.

Lo que más le gusta hacer a “Fito” son los acabados, además se refiere a todos sus compañeros de trabajo como una familia, con la que ha generado grandes lazos de amistad a lo largo del tiempo.

Yo aquí me quedó, a ver hasta qué horas me corren o me aguantan dijo Adolfo entre risas.

Aunque no todo es felicidad, ya que algo que no ha podido olvidar son aquellos accidentes que dejaron marca no solo físicamente, sino en su vida, porque “Fito” en un día como cualquier otro perdió uno de sus dedos, luego que este se atoró en una banda de la máquina de pulir.

“Ya me pasó esto, ya ni modo, pero nos gusta estar aquí de todos modos, porque tengo recuerdos felices, la amistad y el cariño de mis compañeros que he tenido, la convivencia, es casi mi familia, estamos de aquí para allá”, finalizó.

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