Se llama Edgar Aguirre y es orgullosamente leonés, “panza verde”. Forma parte de una familia de músicos; dieciséis tíos suyos se dedican a esta actividad y por eso desde pequeño empezó a aprender a interpretar diversos instrumentos.
Edgar dice que trae la música en la sangre y es la actividad que le gusta. Por eso trabaja en la zona peatonal de León, Guanajuato y es un “hombre orquesta”, porque al mismo tiempo interpreta la guitarra, dos zampoñas, cascabeles prehispánicos con un pie y hace bailar a un títere con el otro.
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Los niños se detienen a verlo. Ríen y miran a sus papás felices por escuchar la música del artista callejero. Además de tocar en la calle, Edgar da clases de solfeo y se dedica a fabricar las flautas de carrizo tradicionales del Perú, que son con las que deleita a su público urbano y las vende a quienes desean aprender música con ellas.
Edgar empezó a aprender con sus tíos, depuró su técnica en la iglesia y posteriormente ingresó a la escuela de música, “en la que era la cárcel”. Está agradecido con el Instituto Cultural del Municipio de León pues le ha dado permiso para cantar en la vía pública “sin que nos quiten o nos muevan”.
Edgar le dice a los jóvenes y a los niños que “la música es muy terapéutica, da calma y mantiene la mente muy ocupada” y les recomienda “que se acerquen a una terapia como esta [la música] o hagan deporte y –les asegura– no tengan miedo, dedíquense a lo que les guste.”
Añadió. “He tenido muchos oficios, pero no hay como hacer lo que te guste, no importa lo que te digan, la felicidad va a estar en hacer lo que te llama el corazón. Mejor eso que meterse en problemas, mejor buscar alternativas positivas”.
Edgar trabaja en la avenida Francisco I. Madero justo en la esquina con el jardín central de la capital del cuero y el calzado. Normalmente toca música latinoamericana como en esta ocasión, que interpretó “El pájaro Chohui”, que es una melodía tradicional del Paraguay.