En 1915, la Estación de La Trinidad y su campamento, fue punto estratégico para que los Constitucionalistas vencieran a los Villistas y como premio, ocupar León en el escenario de la Revolución Mexicana. Ahora, la estación de trenes está abandonada, su historia se la han robado poco a poco, al igual que la construcción. Ahí, sólo quedan hierbas crecidas y huellas de vandalismo.
La familia Valadez vive ahí desde hace 35 años; mientras los trenes de pasajeros desaparecían poco a poco, la Trinidad fue su hogar. Con tal de que cuidaran el inmueble, a Juan Martínez Hernández antiguo jefe telegrafista, lo dejaban vivir ahí, con toda su familia. Pero hace 13 años se fueron de La Estación y sólo el campamento quedó habitado.
Según los pilotes de concreto que rodean el terreno, y destacan por su pintura nueva de color blanco, aseguran que es propiedad federal. María Milagros afirma que el lugar le pertenece a Ferrocarriles Nacionales de México, mismos que se convirtieron en Ferromex. Ahora, el llamado Campamento, es la casa de Milagros junto con su hermana, sus hijos y yernos. El mismo inmueble que algún día se disputaron como cuartel, Francisco Villa y Álvaro Obregón, ahora es el lugar que ha visto crecer a la familia y toda su descendencia.
Los muros gruesos y descarapelados, permiten apreciar la mezcla de piedra y concreto poroso que se usaba en las construcciones de hace más de 100 años. Tiempo de vida aproximado que tiene el inmueble.
El tejaban se lo robaron, la malla ciclónica que resguardaba el perímetro, la desprendieron y desaparecieron del lugar, lo mismo pasó con las viejas y pesadas puertas de madera. Pero lo más valioso, eran las viejas carretas que siempre habían estado al centro de la estación, “todo se lo robaron”.
Personal del Archivo Histórico Municipal de León, informa que el objetivo era convertirlo en museo, pero que el inmueble sea propiedad federal, ha mermado el resguardo del inmueble histórico.
Juan Martínez Hernández, telegrafista y después jefe de estación. se encargaba de registrar el número de las máquinas que pasaban, sus horarios y de hacer la parada si había pasajeros. Ahí conoció a María Guadalupe Valadez Lucio, con quien se casó. Ahora viven en Aguascalientes, allá le dieron su plaza y su casita por Ferrocarriles de México.