Irapuato, Gto (OEM – Informex).- Adán Ramiro Villavicencio vivía en Santa María Quiegolani, uno de los pueblos más alejados de Oaxaca pero ante la falta de oportunidades para prosperar económicamente dejó su pueblo de origen como lo han hecho decenas de oaxaqueños para ir en busca de mejorar su condición de vida y la de su familia.
Destacó que su pueblo de origen está ubicado a 76 kilómetros de la capital del estado y dijo que al situarse en la sierra sur de Oaxaca el camino es complicado pues es de terracería y al carecer de una carretera digna tienen que hacer un viaje de ocho horas para llegar a la ciudad de Oaxaca.
Entre los 570 municipios que conforman Oaxaca hay más de 500 comunidades alejadas cuyos habitantes han buscado salir de esos sitios en busca de mejores oportunidades laborales pues en esos poblados se trabajan las tierras de cultivo pero no para venta de productos sino para consumo propio y además cada campesino recibe en promedio 100 pesos diarios por una larga jornada de más de ocho horas.
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Adán contó que es padre de dos hijas y dijo que aunque en los pueblos alejados de Oaxaca es difícil aspirar a estudiar un nivel académico más elevado que la primaria él ha inculcado a sus descendientes el amor por la elaboración de telar de cintura y por ello se mudó a Santo Tomás Jalieza, municipio de donde es originaria su esposa, ya que la cercanía con la capital del estado les permite tener más posibilidades de ofertar sus artesanías.
“A mis hijas les he inculcado la elaboración de telar de cintura, la de doce años ya teje y la chiquita de ocho entre jugando y no empieza a tejer también pero queremos que no se pierda la tradición de tejer, nosotros somos privilegiados porque no toda la gente le va bien”.
Dijo que él y su familia son privilegiados, ya que en Oaxaca no todas las personas tienen la posibilidad de dejar sus pueblos para ir en busca de conseguir mejores oportunidades económicas, pues la mayoría de personas en situación vulnerable no tienen otra alternativa más que desempeñarse como ayudantes de albañil y a bajo costo.
“Ahí donde vivimos la gente se dedica a la artesanía, al telar de cintura, el bordado y tejido, pero allá si trabajas para alguien y si te va bien te dan 100 pesos y comida en el campo, de la casa al campo tienes que caminar dos o tres horas para llegar”.