IRAPUATO, Gto. (OEM-Informex). Walter Barahona sabeque si hubiera permanecido unos meses más en Honduras o moría asesinado por la Mara, de hambre o por el coronavirus y por eso decidió salir de su país para ir con rumbo a Estados Unidos.
Walter siempre supo que no podría llegar a Estados Unidos, pues con dos hijos y una esposa era complicado el cruce. Y así fue, no pudo pasar y a punto estuvo de que lo regresaran a Honduras, pero le dieron la oportunidad de quedarse en México y en su recorrido por el país decidió asentarse en Irapuato, Guanajuato, en donde barre las banquetas de casas y negocios, trabaja como malabarista en un crucero y en ocasiones se va a la Centra del Abastos a ayudar a descargar cajas de mango que proviene de Veracruz, estado en donde por cierto estuvo a punto de ser secuestrado por un cártel, pero lo dejaron ir porque iba con su familia.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), durante 2020, en plena pandemia de Covid-19, al país llegaron alrededor de dos millones de indocumentados centroamericanos, en su mayoría de Honduras.
Juan Hernández, secretario del Migrante y Enlace Internacional, relató a Organización Editorial Mexicana en agosto de 2020, cuando empezó a notarse un incremento en el paso de indocumentados por el estado, que muchos de los migrantes centroamericanos “están huyendo por las condiciones de pobreza de su país, por la inseguridad y también por el manejo que sus gobernantes están haciendo de la pandemia”.
El funcionario estatal reconoció que sí han sabido de casos de migrantes que decidieron quedarse en el estado para hacer su vida y la autoridad guanajuatense no puede hacer algo al respecto, pues el tema migratorio es una cuestión federal; sin embargo, a raíz de la pandemia, los operativos para repatriar a migrantes fueron suspendidos.
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Se quedan sin apoyo para los migrantes
El propio Inegi tiene datos de que en México trabajan informalmente alrededor de 900 mil migrantes, principalmente hondureños, de los cuales mil 213 laboran en Guanajuato, pues la mayoría trabaja en Tijuana, Chihuahua, Nuevo León, Tamaulipas, Veracruz y Chiapas.
Los sueldos que el Inegi estima para un migrante centroamericano son de 98 pesos diarios, lo cual está por debajo incluso de lo que es el salario mínimo en el país.
Trabaja en banco de material y duerme debajo de un puente
Wilmer Fernández es originario de Chamelecón, en Honduras, y está por cumplir un año varado en Irapuato.
“Al principio pedía dinero para poder comprar comida. El tren lo tomamos a las siete de la noche, llegué una vez a Guadalajara, pero nos quisieron secuestrar y nos regresamos. Ahora vivo acá debajo del puente y aquí esperamos a que nos vengan a contratar. Hay veces que vienen y nos llevan a un banco de material para sacar tierra para hacer ladrillos. Un día a la semana viene una camioneta por nosotros y nos llevan para el lado de Abasolo a rascar la tierra y subirla a camiones para llevarla a hacer ladrillos. Nos pagan 350 pesos el día”, cuenta Wilmer, quien además trabaja barriendo las banquetas de colonias como Santa Fe y por barrer 10 en un día le dan entre 50 y 80 pesos de propina y algunas cosas para comer y ropa que le queda holgada para vestir.
Horacio es compañero de dominó de Wilmer y también trabaja en el banco de material. Cuando tiene tiempo se dedica a vender paletas de dulce en un crucero y al día tiene ventas de 80 pesos, que les sirven para poder cenar y aguantar al día siguiente.
“No tengo familia, me los mataron y yo salvé la vida. Por eso ya no regresé a Honduras y por eso no he avanzado a Estados Unidos. Es complicado cruzar ahora, pero no quiero regresar, estamos haciendo tiempo para mejores tiempos”, dice Horacio, quien ganó el primer juego de dominó y eso le valió elegir el sabor de la sopa instantánea que compraron en una tienda.
De acuerdo con el Inegi, los municipios de Celaya, Salamanca, Irapuato y Pénjamo son los que tienen mayor presencia de migrantes en sus calles, por ser el punto de paso del tren que va hacia Guadalajara, el estado que se ha convertido en uno de los mayores receptores de indocumentados, según las cifras federales.
Wilmer, Horacio y Walter coinciden en que si tuvieran la oportunidad, se nacionalizarían mexicanos para poder trabajar sin problema alguno, pero saben que podría ser en cuestión de días para que el operativo migratorio pudiera ubicarlos y regresarlos a su país.
Por ahora Estados Unidos ha dejado de ser opción de destino para ellos, pues de algún modo se han adaptado a Guanajuato; ¿por cuánto tiempo? No lo saben, pero en el tiempo que han permanecido han demostrado que por trabajo viajaron y por trabajo se quedaron.