Los productores de maíz del Bajío, una de las zonas que desde 2019 volvió a ser de las más prósperas en cuanto a la siembra de este grano, advirtieron que se avecina una crisis alimentaria nunca vista en el país. ¿La causa? No hay suficiente fertilizante en México para lograr la producción del ciclo agrícola primavera-verano, del que ya debió haber iniciado la siembra, pero muchos no lo han hecho por la escasez y el encarecimiento de este insumo.
En entrevista con Organización Editorial Mexicana, Marcelo Zárate Rodríguez, presidente de la Unión de Productores de Maíz del Bajío, asociación que aglutina a unos 12 mil agricultores de Jalisco, Guanajuato y Michoacán, dijo que no existen en el país reservas de fertilizantes, pues han acudido con sus proveedores y les dijeron que sólo hay el suficiente como para que ellos pudieran usarlo en la mitad de las hectáreas que siembran.
“Justamente el objetivo de la Unión de Productores de Maíz del Bajío fue hacer compras consolidadas de insumos, para poder aprovechar mejores precios en granos o nitrogenados. Cuando hicimos el cálculo de lo que compraríamos, nos dijeron ‘no hay fertilizante suficiente en el país’ y que el que esperaban que llegara de Rusia y Ucrania no llegó y que no hay fecha como para decir cuándo llegará más.
“El problema es que los otros países productores de fertilizante no contemplaron esta situación y no van a poder producirlo a tiempo para asegurar el ciclo primavera-verano, así que tan sólo en la zona el Bajío y tan sólo en maíz son unas 400 mil hectáreas las que sí tendrían fertilizante asegurado, pero en más de un millón 400 mil se tiene el riesgo de que no produzcamos nada ahí”, dijo en entrevista Marcelo Zárate Rodríguez.
Y es que acuerdo con datos del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera del Gobierno Federal, en el ciclo agrícola Otoño-Invierno 2021 Guanajuato sembró 490 mil hectáreas de maíz, Michoacán 560 mil hectáreas y Jalisco 700 mil hectáreas, de las cuales hoy nada más 400 mil hectáreas podrían estar en posibilidades de sembrarse en este año.
“El fertilizante que estamos consiguiendo ha subido tres veces el precio, lo adquiríamos en siete mil pesos la tonelada, hoy está en 21 mil pesos y ese es el que íbamos a comprar, entonces cuando hicimos el pedido, nos dijeron que sólo nos alcanzarían a surtir lo equivalente para dos mil hectáreas, es decir, un 80% está en riesgo”, dijo el líder de los maiceros del Bajío.
De acuerdo con datos de la Unión de Productores de Maíz, 50% del fertilizante que se utiliza en el país es importado y de éste, 25% proviene de Rusia y Ucrania.
“Estamos dando por sentado de que ese 25% que llegaba de fertilizante no va a llegar para este ciclo, entonces nos queda un 75% y es el que se va a encarecer, porque habrá ley de oferta y demanda y México, como país, no ha hecho una compra consolidada de fertilizante, entonces el que se produce aquí no va a alcanzar; estamos viendo un escenario similar al de las vacunas: vamos a llegar tarde a la compra y cuando queramos comprar, no habrá”.
Peligra competitividad
Hace apenas unos días, el propio secretario de Desarrollo Económico Sustentable de Guanajuato, Mauricio Usabiaga Díaz Barriga, alertó precisamente sobre una escasez de fertilizante para el país, sobre todo para el ciclo primavera-verano, que suele darse a partir de abril o mayo en varias regiones del estado.
“Lo que nos preocupa mucho son los alimentos, por los fertilizantes” , dijo Mauricio Usabiaga, quien señaló que las autoridades locales están haciendo todo lo que esté a su alcance para evitar un colapso del sector de agroalimentos, el cual se ha colocado como el segundo más importante después del automotriz, pues incluso en 2020, cuando hubo una parálisis de actividades, incluida la industrial, la producción e alimentos fue la única que no paró y la que sacó a flote a la economía de la zona Bajío.
¿Hay opciones?
José Luis Santoyo Morales, ingeniero agrónomo egresado de la Universidad de Guanajuato, dijo que, aunque el panorama no es grave, no todo está perdido.
Explicó que se puede recurrir a técnicas de aprovechamiento, como la utilización de rastrojo de cosechas anteriores, las cuales, en vez de quemarlas, podría dejarse en el suelo para nutrirlo “y con ello evitar el impacto de la falta de nitrógeno en la tierra”.
Otra opción es la utilización de las heces del ganado para el sistema de milpa y otra más es la producción de biofertilizantes, aunque advirtió sobre dos problemas: “no hay la cultura para no quemar el rastrojo y la otra, los efectos no son similares a los que producen los fertilizantes y es algo que el productor no va a arriesgarse a experimentar, pero es ahí en donde se abre la opción para darle la oportunidad a la agricultura orgánica, para depender menos de los químicos o bien, para tener un plan B para cuando éstos falten”.