León, Gto.- Las dramáticas escenas que ofrece año con año el tradicional viacrucis de Chapalita, llenas de lágrimas, golpes y gritos reales, es un trabajo que tiene ya 62 años desde que surgió la representación de las tres caídas en el denominado barrio “Bravo de León”.
La colonia Chapalita te regala más que eso, ya que un grupo de participantes se comienzan a preparar desde el mes de octubre y en diciembre presentan una pastolera a los vecinos, y aunque apenas está terminando el año, comienzan con un trabajo espiritual que se refleja cada Viernes Santo en su representación.
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De acuerdo a la Secretaría de Seguridad Pública de León, es el viacrucis que más gente concentra, y Miguel Vargas, el coordinador del evento desde hace 23 años, dijo que todo se debe a la concentración y entrega de los personajes.
“Es una de las ediciones más realistas por su aspecto de predicar, nosotros los manifestamos que es un predicar en el cual utilizamos el gritar y más que nada el realismo de las acciones reales como los golpes, entonces llegar a ocurrir que a través de los años les ha gustado a la gente en ese modo de operar de nosotros, más sin embargo, tenemos la opción y una convicción de hacer la representación lo más realista que se pueda”, dijo.
Y aunque hay duros golpes, sangre, gritos y a veces temor, miedo y hasta coraje por parte de los asistentes, aseguró que cuidan mucho no llegar a la violencia y todo es por desición de cada personaje.
“Sin pasarnos de lo que es, no llegar a una violencia al transmitir ese tipo de crueldades, simplemente es un trabajo de equipo entre los compañeros que se prestan a prestar su físico y a recibir los golpes es sobre su propia voluntad, a su libre albedrío, por una manda o por el amor a nuestro Señor Jesucristo y así es como manifestamos nuestra fe más que nada”, agregó.
La salida es al mediodía del Templo de Fátima ubicado en la colonia Arbide y luego caminan hasta lo alto de la colonia Chapalita, durante el transcurso, ya cuando van cansados, utilizan algunos trucos como el agua para menguar el dolor. Además, dan protección al Cristo y a las otras personas que se crucificar para evitar accidentes.
El sacrificio para los participantes no queda ahí, pues gran parte, como el coordinador, trabajan de obreros y después de sus actividades diarias van a ensayar sacrificando tiempo con la familia o libre, más la inversión que hacen en sus vestuarios y después en sus artículos médicos para recuperarse, pero dicen, todo es por fe.