León, Gto.- Hace 38 años, el 5 de enero de 1983, los padres de un pequeño de casi tres años lloraban el rapto de Oninaná. Javier González, entonces jefe de Información de El Sol de León, publicó una carta de petición a la persona que se señalaba se había llevado al niño a la fuerza. El caso conmovió a la sociedad leonesa y gracias a la difusión nacional, Oninaná regresó a brazos de sus padres.
Este 5 de enero de 2021, Oninaná volvió a saber de Javier González. La magia de la tecnología los reunió de nueva cuenta. El periodista ya retirado, recordó el milagro de encontrar al niño y como si estuviera en la Redacción, escribió esta nota, su nota:
Cada año, cuando los Reyes Magos recogen por todo el mundo cartitas de los niños bien portados, pidiéndoles regalos y juguetes en la noche del cinco de enero, con mayor vehemencia le agradezco a Dios el milagro que me permitió vivir escribiendo una carta…¡bendita carta...!, para rescatar al pequeño Oninaná Bachmaier que fue raptado de la Plaza Principal a finales de diciembre de 1982.
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Extranjeros y comerciantes de bisutería, los jóvenes papás y el niño se alojaban en el Hotel Francés donde el pequeño correteaba por toda la plaza convertida en su patio de juegos. ¿Cómo fue el plagio y quiénes los autores? Casualmente un vendedor de globos informó a la Policía que una mujer con vestido floreado jalaba del brazo a un niño güerito que se resistía a caminar con ella. Inútiles todas las investigaciones. Los medios de comunicación dieron vuelo a la nota pero no hubo respuesta positiva.
Casualmente, cualquier día, al cruzar nuestra bella plaza principal yo había visto cercano al niño y me llamaron mucho la atención sus ojos azul grisáceos, como el color de la tarde triste y lluviosa. Su carita con brillos de paleta y su pelo amarillento un remolino.
¿Qué hacer? El centro de la ciudad, como una colmena, pletórico de padres de familia comprando juguetes para sus niños. Qué contrariedad entre la alegría del público comprador y la tragedia que vivían los papás de Oninaná.
Como una inspiración brilló en mi mente la idea de redactar una carta dirigida “A Quien Corresponda”. (La señora del vestido floreado). Confiado en la voluntad de Dios me planté ante la máquina de escribir y dejé correr los dedos sobre el teclado. Hasta que puse el punto final me di cuenta que lloré. Algunas lágrimas que surcaron mi rostro besaron mis labios y me dejaron su sabor salado. Mi pecho y respiración doblaron su esfuerzo para no estallar en volcánico llanto.
Por teléfono leí la carta a mi subdirector quien guardó elocuente silencio y con voz quebrada exclamó: "¡Carajo, cuánta emoción! Publícala a toda una plana. Te mereces un diez… muchos dieces”. El discurrir del día cinco de enero fue un diluvio de emociones. Desde muy temprano iniciaron los telefonemas felicitando al periódico por la publicación. De todos los niveles sociales hubo aplauso y para mí muchas bendiciones y la certeza de ya haber conseguido un sitial en el cielo.
La participación de la Radio fue decisiva. Las radioemisoras encadenadas con sus iguales en León y en todo el país, durante el día 5 de enero de 1983 estuvieron leyendo el documento y solicitando el apoyo del público. ¡Y se dio
el milagro! En horas del atardecer, una voz anónima, desde la ciudad de México avisó a la Policía leonesa que en el jardincito de apartada colonia estaba llorando un niño güerito que preguntaba por sus papás.
Reporteros del periódico El Sol de León, Agentes policiales y los felicísimos papás del niño, acudieron a México y rescataron a su tesoro en un marco imposible de describir por la variedad e intensidad de emociones.
Los padres del niño no hallaban las palabras adecuadas para agradecer el inapreciable servicio que los devolvió a este mundo y siguieron su recorrido de “amor y paz”. Inexorable, el Padre Tiempo sigue su marcha y ahora al culminar otro año, propicia el reencuentro de Oninaná, radicado ahora en Montreal, Canadá, protagonista de la singular aventura y yo, autor de la carta que hace ya 38 años conmovió a la sociedad leonesa. Oninaná, felizmente casado, suspira y sonríe al evocar aquel episodio. La maravilla electrónica del internet hace posibles acciones que en aquel entonces eran fantasías.
Una carta pletórica de ilusiones, confianza, y sobre todo una gran fe, esa fe que mueve montañas, nos vienen a enseñar, otra vez, que todo lo podremos alcanzar si mantenemos muy en alto la blanca bandera de la FE.
Carlos Javier González López Martes 5 de enero de 2021.