Berlín.- La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente del país, Frank-Walter Steinmeier, llamaron hoy a defender la democracia y a mantener vivo el recuerdo del Holocausto como una advertencia contra el antisemitismo y el racismo en tiempos convulsos.
El Estado no puede mostrar tolerancia alguna cuando alguien es atacado a causa de su fe o del color de su piel. Trabajemos juntos para que algo como lo que ocurrió hace 80 años no se repita jamás. Canciller alemana, Angela Merkel
Merkel definió el 9 de noviembre de 1938 -cuando los nazis protagonizaron ataques generalizados a propiedades judías en toda Alemania- como un momento clave que tuvo su desenlace en "la quiebra de civilización" que significó el Holocausto con sus seis millones de muertos y que también tuvo antecedentes que se deben considerar para sacar las lecciones necesarias.
Steinemeier, por su parte, en un discurso ante el Bundestag (cámara baja del Parlamento alemán), dijo que los alemanes pueden estar orgullosos de las tradiciones de libertad y democracia "sin apartar la vista del abismo del Holocausto" y advirtió contra la idealización del pasado por parte de los nacionalistas.
"El nacionalismo embellece el propio pasado" y evoca, también en su variante más reciente, "un viejo mundo perfecto que nunca existió como tal", mientras que un "patriotismo democrático" no es una almohada sobre la que descansar, sino un "constante estímulo" para aquellos que quieren hacer mejor el futuro.
Para Steinmeier, quienes desprecian los derechos humanos y la democracia y vuelven a apelar al viejo odio nacionalista, no tienen derecho histórico alguno a los colores de la bandera alemana -negra, roja y dorada- representativos de la democracia, el derecho y la libertad, dijo.
Merkel, en su discurso, resaltó el proceso que llevó a los pogromos del 9 de noviembre como algo que se había incubado desde antes.
Como ejemplos de ello, Merkel mencionó el asesinato del entonces ministro de Exteriores judío-alemán Walter Rathenau en 1922 y los pogromos de Hamburgo en 1923.
"Lo que al comienzo era algo penalizado por la ley empezó a ser tolerado y luego incluso empezó a ser una conducta deseada", dijo.
Tras 1945, con el fin de la II Guerra Mundial y la caída del nacionalsocialismo, las circunstancias cambiaron pero el antisemitismo no desapareció.
Actualmente, tenemos otra vez una vida judía floreciente en Alemania, lo que es un regalo después de la catástrofe del Holocausto, pero también vemos antisemitismo, que a veces se expresa de manera abierta en la calle y en internet.
Ante ello, según Merkel, existe para Alemania la obligación de mantener vivo el recuerdo del 9 de noviembre y luchar contra las generalizaciones y las discriminaciones de grupos sociales y étnicos.
Para Steinmeier, no se puede explicar la actual república federal sin la catástrofe de dos guerras mundiales y sin el crimen contra la humanidad que fue el holocausto, al ser "parte inamovible" de la identidad alemana, pero tampoco puede entenderse sin tener en cuenta "las raíces ampliamente ramificadas de las ansias de democracia y libertad a través de los siglos", agregó.
El 9 de noviembre es una fecha difícil en Alemania pues se conmemoran hechos de signo diverso como los pogromos de 1938, el fin de la I Guerra Mundial y la proclamación de la República de Weimar en 1918 o la caída del Muro de Berlín en 1989.
Steinmeier se refirió a la revolución de 1918 como "profunda ruptura" histórica y de "hito en la historia de la democracia alemana" que dio lugar a una Constitución republicana, a la democracia parlamentaria y a los fundamentos del estado social moderno.
En ese sentido, llamó a defender la democracia, de la que dijo que al igual que el Parlamento, no constituye una obviedad sino un "logro histórico " y una "herencia" por las que hay que luchar.
No obstante, esta fecha, 1918, no ha hallado el lugar que le toca ni ha dejado huella en la cultura de la memoria alemana, es una "hijastra" de la historia de la democracia en Alemania, precisamente también por ser el 9 de noviembre efectivamente un "día ambivalente" y "de contradicciones", dijo.
"A veces me parece que aquel cambio de época ha quedado eternamente ensombrecido por el fracaso de la república, como si el 9 de noviembre de 1918 hubiera quedado desacreditado y degradado por el 30 de enero de 1933", el día en que Adolf Hitler llegó al poder