BARCELONA, España. Los independentistas de Cataluña dejaron al descubierto sus divisiones ayer tras la decisión del presidente de su parlamento, bajo presión de la justicia española, de aplazar la investidura del independentista Carles Puigdemont, que se reivindicó como único candidato posible a presidir la región.
"El pleno de hoy queda aplazado" hasta tanto haya garantías de un debate "efectivo y con garantías" para Puigdemont, anunció Roger Torrent, sin precisar una nueva fecha.
El anuncio fue aplaudido por el gobierno central de Mariano Rajoy, quien había advertido a Torrent de "responsabilidades" judiciales si seguía adelante con el pleno en ausencia de Puigdemont, instalado en Bruselas.
En cambio, decepcionó a Puigdemont que en un video lamentó la decisión y acusó al Estado español de hacer "el chantaje de obligar a escoger un presidente y un gobierno que les complazca".
También dejó claro que no piensa tirar la toalla: "No hay ningún otro candidato posible ni ninguna otra combinación aritmética posible" a la mayoría independentista obtenida en las elecciones del 21 de diciembre.
El aplazamiento de la sesión reabrió las heridas entre los dos grandes grupos independentistas, Juntos por Cataluña de Puigdemont e Izquierda Republicana de Cataluña de Torrent. Los primeros, con 34 diputados sobre 135, apuestan por mantener el choque político con Madrid invistiendo a Puigdemont aunque sea a distancia, mientras que ERC, con 32 diputados, pide ralentizar la marcha y buscar objetivos realistas.
"Sobre los resultados de un chantaje no se puede construir república", dijo Puigdemont, acusando entre líneas a sus teóricos aliados de "falta de realismo" al pensar que obedeciendo a Madrid conseguirán antes la secesión.