/ sábado 18 de agosto de 2018

Miles de indígenas desaparecidas y asesinadas, una crisis en EEUU

Miles de mujeres de distintas tribus han desaparecido o acabaron en homicidio sin que las autoridades tomen los casos con seriedad

Ashley Loring, miembro de la tribu Blackfeet en Montana, está desaparecida desde hace un año; Ieesha Nightpipe, de los Rosebud Sioux de Arizona, por un año y medio; y Leona Kinsey, por casi dos décadas.

Son tres de las miles de mujeres indígenas que desaparecen cada año en Estados Unidos. En lo que va de año, las autoridades federales han registrado 2.750 caso, mientras que en 2017 fueron 5.700.

"Mi mamá fue al mercado y nunca regresó", dijo Carolyn DeFord, que ha estado buscando a su madre, Kinsey, por 18 años.

El problema es tan serio que el Senado de Estados Unidos proclamó el 5 de mayo como día nacional de concientización sobre mujeres indígenas desaparecidas y asesinadas.

Lo hizo en memoria de Hanna Harris, de la tribu Cheyenne, que desapareció en 2013 y apareció muerta al poco tiempo, violada.

La hermana de Nightpipe, Toni, teme lo peor. Ieesha cayó en drogas y empezó a tener malas juntas.

"Lloro todos los días, rezo, no puedo parar de pensar en ella, me hace temer por mis propias hijas", dijo Toni a la AFP.


- "Trauma en el ADN" -

La violenta muerte de Savannah Lafontaine, a los 21 años y embarazada de ocho meses, llevó a mejorar la data y mecanismos de investigación para estos casos.

El bebe de la víctima -cuyo cuerpo fue destripado- fue hallado después con vida.

La película "Viento salvaje" (2017) es una muestra del trabajo de muchos artistas por llamar la atención a esta crisis de violencia que plaga las comunidades aborígenes.

"Es muy raro que sean halladas con vida o halladas en sí. La mayoría son homicidios, pero también hay casos de tráfico", explicó Annita Lucchesi, una mujer indígena que fue abusada sexualmente y que hoy dedica su doctorado a construir un mapa con los asesinatos y desapariciones de mujeres indígenas.

Lucchesi y otros activistas sostienen que no hay un datos universales y que los números que hay desestiman la gravedad de la situación, porque no hay confianza en la policía y las familias de las víctimas prefieren no denunciar.

"Comienza con el trauma histórico del 'Removal Act' en la que mataron a nuestra gente", dijo DeFord en relación a la ley de 1830 que autorizaba el traslado forzado de tribus para tomar sus tierras.

Miles murieron en esas marchas, y sus niños fueron llevados a internados donde se les prohibía hablar su dialecto.

"Tenemos ese trauma en el ADN", indicó. "Tenemos las mayores tasas de violencia, indigencia y drogadicción".

Cuatro de cinco mujeres indígenas -más de 1,5 millones- han sido víctimas de violencia, según un estudio en 2010 del Instituto Nacional de Justicia, la agencia de investigación del Departamento de Justicia de Estados Unidos.

Más de una en tres ha sido violada, más del doble que la tasa de mujeres blancas.

Y la tasa de homicidios de mujeres es 10 veces superior al promedio nacional.

Los responsables -la mayoría de las veces, hombres blancos- son por lo general las parejas de las víctimas, según el instituto.


- Mensaje de "no consecuencias" -

La policía de la tribu carece de entrenamiento y recursos para cubrir vastas áreas, sin contar que no tiene autoridad para aprehender a cualquier no-indígena que haya cometido un crimen en sus tierras.

Kimberly Loring, la hermana de Ashley, dijo por ejemplo que hay 18 oficiales para más 6.000 km2 en la reserva de Blackfeet.

Y a las fuerzas del orden le toma mucho tiempo para intervenir. Se les acusa de ignorar muchos casos y cuando los toman, meses han pasado y la evidencia dañada.

Muchas veces, cuando desaparece una indigente o una drogadicta, como Nightpipe o Kinsey, las autoridades desestiman las denuncias, señaló DeFord, que sostiene que no hubo una investigación real sobre su madre.

"Y eso envía un mensaje de que no hay consecuencias", señaló Mallory Black de la línea de ayuda Strongheart Native.

El movimiento #MeToo, que arrancó en Hollywood contra la violencia sexual, ha impulsado a familiares y víctimas de estas tribus a movilizarse.

Pero el dolor se hace más intenso, con cada nueva desaparición, asesinato.

Ashley Loring, miembro de la tribu Blackfeet en Montana, está desaparecida desde hace un año; Ieesha Nightpipe, de los Rosebud Sioux de Arizona, por un año y medio; y Leona Kinsey, por casi dos décadas.

Son tres de las miles de mujeres indígenas que desaparecen cada año en Estados Unidos. En lo que va de año, las autoridades federales han registrado 2.750 caso, mientras que en 2017 fueron 5.700.

"Mi mamá fue al mercado y nunca regresó", dijo Carolyn DeFord, que ha estado buscando a su madre, Kinsey, por 18 años.

El problema es tan serio que el Senado de Estados Unidos proclamó el 5 de mayo como día nacional de concientización sobre mujeres indígenas desaparecidas y asesinadas.

Lo hizo en memoria de Hanna Harris, de la tribu Cheyenne, que desapareció en 2013 y apareció muerta al poco tiempo, violada.

La hermana de Nightpipe, Toni, teme lo peor. Ieesha cayó en drogas y empezó a tener malas juntas.

"Lloro todos los días, rezo, no puedo parar de pensar en ella, me hace temer por mis propias hijas", dijo Toni a la AFP.


- "Trauma en el ADN" -

La violenta muerte de Savannah Lafontaine, a los 21 años y embarazada de ocho meses, llevó a mejorar la data y mecanismos de investigación para estos casos.

El bebe de la víctima -cuyo cuerpo fue destripado- fue hallado después con vida.

La película "Viento salvaje" (2017) es una muestra del trabajo de muchos artistas por llamar la atención a esta crisis de violencia que plaga las comunidades aborígenes.

"Es muy raro que sean halladas con vida o halladas en sí. La mayoría son homicidios, pero también hay casos de tráfico", explicó Annita Lucchesi, una mujer indígena que fue abusada sexualmente y que hoy dedica su doctorado a construir un mapa con los asesinatos y desapariciones de mujeres indígenas.

Lucchesi y otros activistas sostienen que no hay un datos universales y que los números que hay desestiman la gravedad de la situación, porque no hay confianza en la policía y las familias de las víctimas prefieren no denunciar.

"Comienza con el trauma histórico del 'Removal Act' en la que mataron a nuestra gente", dijo DeFord en relación a la ley de 1830 que autorizaba el traslado forzado de tribus para tomar sus tierras.

Miles murieron en esas marchas, y sus niños fueron llevados a internados donde se les prohibía hablar su dialecto.

"Tenemos ese trauma en el ADN", indicó. "Tenemos las mayores tasas de violencia, indigencia y drogadicción".

Cuatro de cinco mujeres indígenas -más de 1,5 millones- han sido víctimas de violencia, según un estudio en 2010 del Instituto Nacional de Justicia, la agencia de investigación del Departamento de Justicia de Estados Unidos.

Más de una en tres ha sido violada, más del doble que la tasa de mujeres blancas.

Y la tasa de homicidios de mujeres es 10 veces superior al promedio nacional.

Los responsables -la mayoría de las veces, hombres blancos- son por lo general las parejas de las víctimas, según el instituto.


- Mensaje de "no consecuencias" -

La policía de la tribu carece de entrenamiento y recursos para cubrir vastas áreas, sin contar que no tiene autoridad para aprehender a cualquier no-indígena que haya cometido un crimen en sus tierras.

Kimberly Loring, la hermana de Ashley, dijo por ejemplo que hay 18 oficiales para más 6.000 km2 en la reserva de Blackfeet.

Y a las fuerzas del orden le toma mucho tiempo para intervenir. Se les acusa de ignorar muchos casos y cuando los toman, meses han pasado y la evidencia dañada.

Muchas veces, cuando desaparece una indigente o una drogadicta, como Nightpipe o Kinsey, las autoridades desestiman las denuncias, señaló DeFord, que sostiene que no hubo una investigación real sobre su madre.

"Y eso envía un mensaje de que no hay consecuencias", señaló Mallory Black de la línea de ayuda Strongheart Native.

El movimiento #MeToo, que arrancó en Hollywood contra la violencia sexual, ha impulsado a familiares y víctimas de estas tribus a movilizarse.

Pero el dolor se hace más intenso, con cada nueva desaparición, asesinato.

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