Jalisco.- El Salto, Jalisco, planteado en principio como la sede mexicana del Valle del Silicio (Silicon valley), es al menos para los saltenses el “patio trasero” de la Zona Metropolitana de Guadalajara, ya que las aguas negras de ésta van a dar al río Santiago, uno de los más contaminados del país, y ahora pretenden sepultar ahí los cerca de 400 cuerpos que se encontraban sin identificar en dos tráileres del Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses.
LA PROMESA DE UN SILICON VALLEY
A finales de la década de los noventa, la visión sobre el municipio era que se convirtiera en polo industrial y tecnológico a la manera del ubicado en California, Estados Unidos, con grandes extensiones de tierra, libre tránsito en varias vialidades y una localización intermedia entre el Aeropuerto Internacional y la Zona Metropolitana de Guadalajara.
Plantas industriales apuntaron hacia esa población que hoy tiene más de 138 mil habitantes y pronto empezaron a llegar otras empresas medianas y pequeñas.
Hoy suman seis mil 609 compañías, de acuerdo con cifras del Instituto de Información Estadística y Geografía (IIEG).
Pronto, las empresas a lo largo del corredor industrial comenzaron a verter sus desechos en el río Santiago, de lo cual activistas acusan que en 10 años murieran 984 personas por algún tipo de cáncer y otras cuatro mil 221 enfermaran por males relacionados con ese padecimiento.
En 2008, Miguel Ángel, niño de 10 años de edad que jugaba con sus amigos, cayó a las aguas del río Santiago; aunque fue rescatado con vida, horas más tarde presentó un shock séptico por el agua que bebió.
Días más tarde murió. Peritos forenses revelaron entonces que en su cuerpo presentó diversas sustancias, metales pesados e incluso cianuro.
El activista Raúl Muñoz ya había denunciado un desproporcionado crecimiento de enfermos por cáncer que en 10 años ya suman casi mil personas fallecidas, tres mil 963 con cáncer de piel, 243 con algún otro tipo y 15 menores con leucemia; además, se han censado 891 personas con daño renal entre los que viven en las inmedicaciones de la presa del Ahogado, dijo el eactivista.
PANTEONES, SIN CONDICIONES
Raúl Muñoz reconoce que el traslado de algunos cuerpos de los tráileres al panteón municipal se debe analizar. Explica que el problema es grave. “Se generó polémica, pero ya les he dicho que también deberían de estar indignados por la omisión del gobierno municipal anterior, al no clausurar el panteón número dos, ya que bajo éste pasa un humedal que ahora con las lluvias ha subido sus niveles”.
Refiere que si se quiere sepultar a alguien, primero hay que sacar agua pues ya están inundadas las fosas. Además, lo grave es que ese humedal arrastra los lixiviados que generan los cuerpos a un pozo de donde se surte de agua a la colonia Las Lilas, de reciente creación.
El recién llegado alcalde de El Salto, Ricardo Santillán Cortés, exige los dictámenes que garanticen que las gavetas del panteón que rehabilitó la Secretaría de Infraestructura y Obra Pública (SIOP) estén en óptimas condiciones y garanticen que no habrá riesgos para la salud de sus gobernados.
Si a la presa del Ahogado la convirtieron en una cloaca, al depositar ahí la mayoría de las aguas negras de la Zona Metropolitana de Guadalajara, de El Salto hicieron el “patio trasero”, pues ahí solo unas 80 de las más de 6 mil empresas cumplen con la normatividad. “En los setenta estábamos igual, olvidados y pobres, pero el río nos daba de comer”, lamenta el activista.